Si esto no fuera suficiente, la poca accesibilidad histórica a créditos que han tenido las pymes con el sector financiero tradicional hoy resulta una fuente de recursos simplemente inexistente; ir a una sucursal a solicitar apoyo simplemente está prohibido o conlleva un riesgo inaceptable. Había poco, hoy no hay nada. Parecería que ese grito de auxilio se pierde en la inmensidad y negrura del vacío con los cuales viene aparejada la desesperanza.
Sin embargo, en esta vorágine de infortunios, la tecnología combinada con modelos financieros disruptivos han dado vida a un sector que es, sin duda alguna, una luz de esperanza: el sector fintech, en el que la inmediatez, facilidad, agilidad e inclusión son las poderosas armas que están haciendo la diferencia para miles de empresas que gritan por una segunda oportunidad, no solamente porque se la merecen, sino porque el mundo las necesita.
Gobiernos de países como Inglaterra, Francia, Alemania y Australia, por citar algunos, están trabajando arduamente de la mano con empresas de fondeo colectivo (o crowdfundings) con el fin de encontrar la manera de exponenciar su crecimiento y, con ello, acelerar la recuperación no sólo del sector, sino de la economía en conjunto. No tengo duda de que lo mismo sucederá en México.
Hoy tenemos una ley fintech que nos regula y una autoridad que ha trabajado con todos los que participamos en esta oferta de servicios para que nuestra labor no solamente se circunscriba a la legalidad protegiendo a los solicitantes e inversionistas, sino que se abra el espacio para construir una oferta robusta paralela al mundo financiero tradicional. La clave está en los tiempos; las reservas económicas de las pymes son, en el mejor de los casos, exiguas y la voluntad de sus dueños está debilitada.
Desde este espacio me permito emitir dos gritos fuertes que salen cargados de amor por mi país y respeto por los empresarios que luchan por su patrimonio y por quienes dependen del mismo: el primero es para las autoridades para que 2021 sea el año en el que dieron al público la posibilidad de un sector fintech amplio y que irá aprendiendo y fortaleciéndose gracias a su regulación.