El nunca cuestionado activo más importante para cualquier organización, en lo que respecta a la inclusión y diversidad, no únicamente de género, sino también de capacidades al momento de selección y retención de personal.
En los últimos años ha sido más frecuente y de mayor relevancia el tema de la inclusión y diversidad. El punto se basa en tener un balance de la fuerza laboral a través de la contratación y retención igualitaria entre diversas categorías, tales como sexo, edad, religión, raza, entre otras.
Es afirmativo que la inclusión y diversidad de género es parte de una buena estrategia organizacional y que, de no tenerse, puede constituir una barrera para mejorar el rendimiento de la organización.
Esto ha sido durante bastante tiempo una cuestión empresarial importante y frecuente sin todavía una solución clara para varias compañías al momento de buscar esa igualdad, ya que el balance que también se debe de tener al momento de considerar esa pluralidad es que sea con el talento adecuado de acuerdo con los objetivos de negocio de cada empresa, lo que, por supuesto, no debe de estar peleado con, por ejemplo, la diversidad de género.
La diversidad de la fuerza de trabajo aumenta la eficacia, la productividad y la sostenibilidad de la empresa y, por tanto, tiene una repercusión positiva en los resultados de la organización, pero el resultado es todavía mejor cuando se realiza con la combinación y balance del talento necesario para cumplir los objetivos del negocio.
Aquellas organizaciones que tienen un recurso humano diverso y talentoso tienen ya una larga series de ventajas respecto a aquellas que no cuentan con éste.
El talento diverso del capital humano que se selecciona a través de la utilización de datos no sólo ayuda a disminuir los sesgos (cuando se parametriza de manera continua) sino que permanece, aporta y se desarrolla en la empresa, es la primera clave de éxito para la organización.