No es de extrañar que el cometido del monto autorizado, que asciende a 114.86 millones de dólares, sea hacer frente a los compromisos financieros que se adquirieron en pasadas administraciones.
Lo problemático de esta decisión es que se pospone para mejores tiempos el atender las causas del por qué la producción de amoniaco, parte central de la cadena de los fertilizantes nitrogenados, continúa en niveles históricamente bajos.
El complejo petroquímico de Cosoleacaque, propiedad de Pemex y único productor de amoniaco en el país, arrastra una serie de trabas técnicas y operativas que lo han obligado a parar sus plantas de manera frecuente.
En febrero del 2020, o 15 meses después de iniciado el sexenio, Pemex reportaba que Cosoleacaque por fin estaba produciendo nuevamente después de haber cesado operaciones en agosto-septiembre del 2018.
Es desalentador señalar que de los 25 meses del gobierno de AMLO, a diciembre del 2020, Cosoleacaque solo ha registrado producción de amoniaco en siete meses, según datos del Sistema de Información Energética.
Explicado de otra manera, las 5,450 toneladas mensuales promedio de amoniaco que se han producido hasta diciembre del 2020 en esta administración son solo una fracción de las 50,600 toneladas mensuales promedio que Pemex reportó producir durante el sexenio anterior.
Si bien el argumento de que gobiernos anteriores se dedicaron a desmantelar esta cadena petroquímica es válido, las cifras arriba descritas también ilustran que la gestión del presidente López Obrador se ha quedado corta en cuanto a rescatar la producción de amoniaco.
Entonces, ¿cómo hacer rentable los activos de la hoy extinta Pemex Fertilizantes? Esta es una pregunta que se antoja fácil de contestar, pero sumamente difícil de abordar en la práctica.