En 1990, México era 1 de 7 países autosuficientes en la producción de vacunas. Entre ese año y 2010, las muertes en menores de cinco años decrecieron 64.3%. México había destacado en décadas recientes por su sistema de inmunización de la población, así como la distribución y la aplicación de vacunas.
Ante la crisis sanitaria de 2020, no era tan descabellado esperar que la disponibilidad y el acceso de las vacunas fueran amplios. Sin embargo, recortes presupuestales a los ramos de salud, retrasos en las solicitudes a las compañías farmacéuticas, un desabasto de vacunas y la asignación de las Fuerzas Armadas como únicas responsables de la aplicación, han entorpecido el proceso.
El plan de vacunación contra el COVID-19 inició el 23 de diciembre de 2020. Se anunció que de ese día al 31 de enero habrían recibido 1.4 millones de vacunas. Aun si llegara esa cantidad cada semana, un país de casi 126 millones de habitantes llegaría al 100% de la población en un año y medio.
Casi dos meses después del arranque, sólo se han suministrado 732,000 dosis, apenas el 0.57%; no muy alentador, en especial cuando se compara con países como Israel (67%), Estados Unidos (11%) y Chile (3%). Desde otro ángulo, Estados Unidos tiene la meta de 1.5 millones de vacunas por día y México actualmente aplica 6,300 en promedio.
De continuar con este paso, tomaría más de 70 años vacunar al 70% de la población (Covidvax.live). La exageración estadística no necesariamente refleja lo que ocurrirá, pero sirve como referente.
Hace unos días se presentó un nuevo plan, que plasmaba la proyección conforme el arribo, producción y distribución de los demás laboratorios (Pfizer-BioNtech, AstraZeneca, Serum Instit. India, Covax, Sputnik V y CanSino). Las estimaciones señalan que, en el mejor escenario, al cierre de año contarán con 174 millones de dosis, pero la mayoría requiere dos, por lo que alcanzaría para alrededor de 90 millones de personas (faltarían otros 30). Es mejor ser realista a arrojar promesas que difícilmente se concretarán.
La población más vulnerable es mayor de 65 años. Este grupo conforma aproximadamente 2/3 de las muertes en México. Es comprensible que, tras el personal médico, el segmento prioritario sea el de edad avanzada. De allí surgió la promesa inicial de vacunar a los 12 millones de adultos mayores para mediados de marzo, límite que extendió recientemente el presidente López Obrador ante la imposibilidad de lograrlo.
De nuevo, el problema no radica en la intención, ni en el anuncio, sino en el mal manejo de la información.