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Un nuevo capítulo de una saga bicentenaria

Las reservas laborales y ambientales que presentaron los Demócratas en las negociaciones del T-MEC pueden enaltecerse si México no cumple con sus promesas, considera Antonio Michel.
mié 20 enero 2021 11:59 PM

(Expansión) – En 1821, México se convirtió en una nación independiente y fue reconocido por Estados Unidos, con lo cual inician su relación bilateral. Desde entonces, un sinfín de episodios han caracterizado esta amistad asimétrica: desde la expansión territorial de Estados Unidos, conflictos bélicos, injerencia en los asuntos políticos, inversiones que detonaron el crecimiento y flujos migratorios que atraviesan la frontera más transitada del mundo. Cambios de gobierno han sido la antesala de muchos de ellos, mientras que otros han estabilizado turbulencias.

Dos siglos después, un nuevo capítulo en esta saga comienza con la toma de protesta de Joe Biden. ¿Cuál es el panorama para México? La transición se ha caracterizado por decisiones que podrían generar fricción, pero la historia y los temas en común deben conservar el curso de la relación. Hay que analizar el prólogo para entender el punto de partida y saber cuáles serán los desafíos para recuperar el paso hacia adelante.

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Prólogo

Una vez declarado ganador Joe Biden por los medios de comunicación y el sistema de conteo de votos de las entidades, México se sumó a la lista de líderes que no lo felicitaron de inmediato. Se entienden las razones: restaban dos meses de gestión de Trump y había que ser consistentes con la política exterior no intervencionista de México, así como congruentes con la historia política de López Obrador.

Sin embargo, la forma no fue la correcta, pues al indicar que aguardarían hasta que fuera oficial implicaba, irónicamente, deslegitimar el triunfo celebrado. En paralelo, el Canciller mexicano negoció con el equipo de Trump la extradición del General Salvador Cienfuegos, bajo el entendido de proceder judicialmente en México. La felicitación de López Obrador a Biden llegó el 14 de diciembre, seguida por la renuncia de la Embajadora de México en ese país.

Los primeros 20 días de 2021 han sido el escenario de otras señales turbias de México. López Obrador ofreció asilo político al fundador de WikiLeaks, personaje perseguido desde el gobierno de Barack Obama. Después, tras la irrupción en el Capitolio, México no se pronunció en contra como otros líderes (Canadá, Francia, Reino Unido, Suecia, etc.), pero López Obrador sí condenó la censura a Trump por parte de Twitter y Facebook.

En la semana previa a la toma de posesión de Biden, el presidente de México anunció la exoneración del General Cienfuegos, en contra de las expectativas de Washington. Encima, violó el Tratado de Asistencia Legal Mutua al publicar los documentos que había proporcionado la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) para la investigación.

En efecto, al analizar la evidencia, se encuentran muchas inconsistencias: Cienfuegos comprobó la falsedad de las acusaciones; tiene hijas y no un varón, como se señala; las descripciones físicas incluidas no corresponden a él; etc. Se podía demostrar la inocencia del exsecretario de Defensa de muchas maneras que no socavaran la confianza interinstitucional como lo hizo la publicación de material confidencial. Las autoridades estadounidenses manifestaron su decepción y las mexicanas reciprocaron con amenazas de enfrentar a la DEA en tribunales. Éste es el prólogo del nuevo capítulo.

¿Cuál será la trama?

El cambio de gobierno conlleva un giro positivo. Será un gobierno más predecible, menos voluble e institucional. Esto permitirá diseñar una estrategia conjunta más duradera y estructurada. Contar con el control de las Cámaras puede darle poder para construir una agenda sólida y llevarla a cabo con facilidad relativa. Biden y su gabinete cuentan con más experiencia e interés en asuntos internacionales; han manifestado ya su intención de participar más en foros multilaterales y fomentar una política exterior más integral.

Hay posicionamientos que se alinearán más con los del gobierno mexicano actual, como aquéllos relacionados con la migración, los Derechos Humanos, el acceso equitativo a servicios de salud pública, entre otros. Sin embargo, estas características pueden ser también un arma de doble filo en los temas más importantes para México.

El acercamiento que tengan los dos gobiernos hacia la seguridad será clave. México puede temer la intromisión en asuntos internos. A Estados Unidos le costará reconstruir la confianza para compartir información y coordinar estrategias tras el “culiacanazo” y el desenlace del caso Cienfuegos.

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Biden revela el plan de vacunación contra COVID-19 en EU

Por otro lado, el giro hacia una política energética más sustentable diverge de la apuesta de López Obrador por hidrocarburos. Las reservas laborales y ambientales que presentaron los Demócratas en las negociaciones del T-MEC pueden enaltecerse si México no cumple con sus promesas.

Respecto de migración, probablemente el gobierno de Biden lo enfrente como una cuestión nacional y no necesariamente como un esfuerzo bilateral. Ha anunciado ya una estrategia enfocada en migrantes indocumentados ya asentados en su territorio, sin ahondar en los flujos entrantes o contener una perspectiva regional. Hay que recordar que el récord de deportaciones lo alcanzaron Obama y Biden.

El desenlace

No es la primera vez en 200 años que hay desencuentro entre los protagonistas. Cada cambio de intérpretes da un tono distinto. Joe Biden y Kamala Harris, como toda sucesión en Estados Unidos, presentan claroscuros. A México le conviene un aliado más sólido, estable y cohesionado. Un presidente más consistente con un gabinete equilibrado y el control del Congreso permitirán más fácilmente reconstruir las instituciones y conciliar diferencias al interior.

No obstante, esta inercia puede también ejercer presión a México sobre temas clave como la seguridad, la migración, el sector energético, la transparencia y los procesos democráticos. La historia señala que el diálogo y la cooperación ayudan a sobrellevar cualquier giro inesperado.

El preludio fue sombrío, pero no es lo suficientemente profundo para cambiar la trama. El desenlace del episodio dependerá de la disposición entre los actores para apegarse al guion sin improvisaciones furtivas.

Nota del editor: Antonio Michel estudió Relaciones Internacionales en el ITAM, donde es profesor, y tiene una Maestría en Administración Pública por la Universidad de Maxwell. Trabajó casi 7 años en la Administración Pública Federal, en las secretarías de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social, Energía y Gobernación. Su pasión son los asuntos internacionales, los asuntos políticos y la administración pública. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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