Entre los hechos que se asumen sin fundamento en la cultura popular sobre las universidades se tiene que: el título universitario es un pilar para la movilidad social; el profesor es el responsable del aprendizaje; el educando compra un servicio y tiene derecho a un grado universitario por pagar el servicio, y si un egresado no logra integrarse al mercado laboral es porque la institución fracasó.
Al analizar de cerca estos supuestos se observa que hoy en día sí es necesaria la educación y la preparación para el trabajo. Sin embargo, los grados universitarios dejan espacio para los microgrados que desarrollan competencias específicas y permiten a los colegiales la integración al mercado laboral.
El educador universitario está en transición de ser un experto en su área de conocimiento a ser apoyo, mentor y coach del estudiante, que, como adulto, es quien tiene que tomar el liderazgo de su propio aprendizaje.
El sector de la educación superior es complejo porque es un espacio cultural, brinda un servicio, acompaña un proceso y el producto depende de cada egresado, en tanto que el éxito de un profesionista depende más de la capacidad de integrarse al mercado laboral o del desarrollo de una empresa propia que de las calificaciones obtenidas.
En la época actual siguen resonando los conceptos de eficiencia, productividad, responsabilidad, excelencia, sistematización, modernización, vinculación laboral, nuevas tecnologías, inteligencia artificial y avances de las ciencias como responsabilidad de las universidades en miras al desarrollo social del país.
No obstante, es momento de enfocar la atención en los y las jóvenes que buscan un espacio de crecimiento académico para alcanzar un desarrollo profesional. Así mismo, debemos centrarnos en las características individuales de aquellos que pretenden emprender y generar nuevas fuentes de trabajo.
En la época de los 50´s, John McCarthy, científico de las computadoras y de las ciencias cognitivas, acuñó el término de inteligencia artificial (IA). En los últimos 70 años, este concepto se ha integrado no solo en la reflexión de una idea. ¿Es posible que lo artificial tenga inteligencia?
La realidad es que las tendencias en las ciencias y tecnologías han llevado a que la industria agropecuaria ya cuente con plantíos autónomos y autosustentables, la industria automotriz integre robots en sus procesos de producción, la logística optimice sus tiempos de respuesta en entrega de productos por la automatización de procesos, que el gobierno se haya vuelto digital, permitiendo la realización de trámites por esta vía.
Sin embargo, en el ambiente educativo y universitario se quiere seguir viendo a estos procesos (robótica, automatización, sistemas inteligentes, videoconferencias masivas, aprendizaje adaptativo apoyado por IA) como “intrusos” en el templo sagrado del salón de clase, cuando la realidad nos indica que los sistemas de distribución de contenido, las herramientas de interacción por video y audio, los simuladores de aprendizaje, los mundos virtuales y la realidad aumentada, permiten que la experiencia de aprendizaje se amplíe gracias a la tecnología.