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Superar al turismo Kamikaze

El turismo sustentable no se circunscribe a segmentos de nicho; se requiere que el sector en su conjunto lo sea: ecoturismo para diferentes gustos y presupuestos, apunta Rodrigo Villar.
vie 09 abril 2021 12:03 AM

(Expansión) - Como cada año, para muchas personas la vuelta a la realidad tras unas merecidas vacaciones de Semana Santa o Pascua en alguna playa no se siente como venir de un paraíso. Más bien llegan con enfado, tras unos pocos días en que los paisajes inspiradores y la relajación buscada quedaron desvirtuados entre multitudes, basura, aguas turbias o caos urbano. Aun peor, con la tristeza de ver cómo el lugar que amaron perdió su esencia.

En mi caso, tuve la bendición de conocer en familia sitios de Baja California Sur que mantienen su belleza y espectacularidad, como tantos otros rincones de México. Sin embargo, como cada año, surge la convicción de que deberíamos ponernos en alerta porque la experiencia contraria se extiende a más zonas turísticas en deterioro o riesgo, más allá de las temporadas de alta demanda.

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En el último Reporte de Competitividad Turística del Foro Económico Mundial ocupamos el lugar 19 de 140 países, con la primera posición en recursos naturales y la décima en recursos culturales, pero la 108 en sostenibilidad ambiental, peor resultado después del 126 en seguridad. La inconsecuencia es patente: un patrimonio inmenso que no estamos manejando de forma sustentable.

Hay que voltear a ver a Costa Rica, referente del turismo sustentable, modelo por el que se han comprometido los distintos sectores de la sociedad. O a Tailandia, que al parecer aprovecha la pandemia para recuperar ecosistemas y replantear su oferta de valor.

Además de las ventajas ambientales, esos modelos pueden ser más rentables, con mayor gasto por viajero y derrama más inclusiva: no solo negocio para hoteles como los de tiempo compartido, sino para comunidades y emprendedores turísticos de un amplio abanico de servicios, lo mismo tours y experiencias que gastronomía.

La disrupción de la normalidad, y los cambios que dejará como herencia en hábitos y mercados, también debería llevarnos a nosotros a la reflexión sobre el destino al que estamos conduciendo a nuestros destinos turísticos. A preparar una normalidad mejor sobre principios de sustentabilidad, inclusión social, complementación y diversificación de oferta turística y rendimiento económico.

Se han registrado esfuerzos importantes en algunos sitios de playa, como Huatulco, Loreto, zonas de Bahía de Banderas, pero no es la tónica dominante. También esfuerzos de grupos hoteleros, municipios u organizaciones cívicas. Y programas de turismo rural o ecológico, algunos ligados a los corredores de protección oficial de ecosistemas, aunque sin apoyo continuado para no dejar prácticamente solas en la tarea a comunidades y emprendedores. En general, ha faltado la planeación, la coordinación y la constancia.

En cambio, una tendencia plenamente identificable es cómo a la degradación de un destino por sobresaturación, descuido y prácticas corrosivas, sigue la del sitio aledaño, hasta que a su vez queda desprovisto de su atractivo y riqueza original, para pasar a explotar al siguiente.

Es un poco lo que ha pasado en la Riviera Maya, con desplazamiento de norte a sur, a medida que crece la mancha urbana y se deteriora el acervo natural, incluyendo el de lugares paradisiacos como la laguna de Bacalar que simplemente no tienen las condiciones para soportar un turismo de masas.

En algún momento tenemos que hacernos cargo de que el concepto dominante de “sol y playa” se reproduce con una fuerte dosis de vocación suicida. Aparte del daño ambiental y problemas sociales, al crearse enclaves en medio del crecimiento urbano improvisado, quedan expuestos 11 millones de empleos dependientes del turismo.

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La pandemia ha costado 460,000 millones de dólares al turismo mundial

México cuenta con atractivos, infraestructura, capital humano experimentado y un inmenso mercado prospectivo. Pero la pregunta es fundamental: ¿cuántos años más podemos mantener los patrones actuales de expansión de la fórmula convencional del turismo y a qué costo?

El auge con caducidad anunciada es inherente a todo modelo de explotación intensiva con perspectiva de corto plazo, eufemismo de depredación. Lo opuesto al desarrollo sustentable: uso de los recursos para generar bienestar social, asegurando que perduren en su integridad. En turismo, significa desarrollo con verdadero respeto a nuestras playas, bosques, montañas, arrecifes, desiertos, arqueología, cultura, ciudades y pueblos.

La ecuación es simple: la gente viajará a lugares hermosos, como una playa, sólo en tanto sigan siéndolo. El turismo sustentable no se circunscribe a segmentos de nicho; se requiere que el sector en su conjunto lo sea: ecoturismo para diferentes gustos y presupuestos, pero también el mainstream o masivo, que debe reconfigurarse para reducir su huella ambiental e impactos sociales negativos.

Como alguien que ha dedicado su vida profesional a trabajar con inversionistas y emprendedores de impacto, me causa perplejidad que en México no hayamos visto un florecer de emprendimientos consecuente con nuestro perfil turístico y las oportunidades. Deberíamos ver una multiplicación de iniciativas. Es posible y necesario.

Como en otros países con vocación turística, la pandemia debería ser punto de inflexión. Es coyuntura ideal para un plan nacional del sector con énfasis en la sustentabilidad y que congregue a los distintos niveles de gobierno, empresas, ONG. Que entusiasme a los jóvenes que tienen ideas nuevas y a todos los que amamos a este país.

No sólo sería un gran motor para la recuperación económica: ¿qué mejor motivo para unir a una nación, tan dividida políticamente, que ocuparnos de que sus lugares hermosos, de los que nos sentimos orgullosos, se conserven y generen bienestar incluyente y perdurable? Al menos en eso deberíamos ser capaces de estar de acuerdo y trabajar en equipo.

Nota del editor: Rodrigo Villar es un emprendedor social y Socio Fundador de New Ventures, donde busca transformar la manera tradicional de hacer negocios y crear un nuevo modelo empresarial que perciba el impacto como status quo. Cuenta con un MBA del Royal Melbourne Institute of Technology y estudió la carrera de Contabilidad y Administración Financiera por el Tecnológico de Monterrey. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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