Como no se olvida, la llegada de la pandemia llegó para sacudir al mundo entero y México no fue la excepción, y durante los meses de mayor afectación, donde para gran parte de la población mundial no quedo más remedio más que resguardarse ante la fuerte amenaza de contagio, la inflación general en el país sufrió una fuerte disminución, debido en buena parte a una caída impactante en los precios de petróleo (a raíz de una disminución en la cantidad de gasolina y petróleo demandada por la población del mundo, que ya no la necesitaba para transportarse o producir a los niveles normales observados antes de la pandemia).
A la par, se han observado alteraciones en el intercambio de bienes y servicios en la economía nacional ante la “nueva normalidad” -dado que los patrones de consumo han cambiado ante esta- lo cual también ha impactado directamente a la trayectoria de la inflación.
Pero ¿qué nos dice este dato? ¿Por qué nos importa? Nos importa porque esta variable refleja el poder adquisitivo de los ciudadanos con el paso del tiempo en el país, esto es, muestra la capacidad con la que cuentan las personas para adquirir bienes y servicios mes a mes.
La evolución de la inflación resulta el indicador preciso que mide qué tanto están aumentando o disminuyendo los precios de los bienes y servicios que se intercambian en la economía mexicana. Por lo tanto, no resulta deseable para la población mexicana en general que existan altos niveles de inflación, y mucho menos si este incremento en la inflación no va acompañado de un incremento igual o mayor en sus ingresos.
Si todo se vuelve relativamente más caro, pero los ingresos y salarios se quedan igual, una elevada inflación se resiente directamente en los bolsillos de los individuos. Pero no sólo son los consumidores y los compradores los que se ven afectados por productos más caros, sino que los propios productores, las empresas y los vendedores se enfrentan a mayores costos en sus insumos y operaciones; el impacto es parejo.
Ante un ambiente de incertidumbre, donde persiste una crisis económica que ocasionó que millones de mexicanos y mexicanas perdieran su fuente de ingreso, o la vieran disminuida en gran medida, que exista una inflación alta son malas noticias.
También este hecho no envía las mejores señales al exterior, pues no refleja un ambiente estable y controlado y, por ende, podría repelar la atracción de nuevas inversiones y capitales. Ante un aumento constante de los precios de los bienes y servicios en el país, se torna difícil predecir la evolución del mercado y las decisiones de los consumidores. Todo lo anteriormente mencionado explica lo importante que resulta esta variable para el desarrollo económico del país y para la realización de las actividades cotidianas de sus habitantes.