Sin embargo, para los empresarios, la radicalización del presidente ocurrirá, al margen de la configuración del Congreso. Sí, la oposición apostará a los equilibrios bajo el argumento de que a través del diálogo y la negociación se legislará mejor. Pero, finalmente, los órganos empresariales sostienen que viene una versión más dura, ácida, agresiva de Andrés Manuel López Obrador.
La siguiente batalla en el terreno político podría ocurrir en un eventual periodo extraordinario de sesiones, pero independientemente de que éste tenga lugar, el voto de castigo hacia el presidente no dará paso a un gobierno dividido, sino al endurecimiento del mandatario, que recurrirá a vetos, decretos, y a una radicalización en contra de todos aquellos que describe como sus enemigos.
La estrategia empresarial para “convivir” con la llamada cuarta transformación durante la segunda mitad de gobierno se desplegará a través de dos narrativas. La primera tendrá un tono conciliador, enfático frente a ciertos temas, pero sin poner en riesgo la permanencia del sector privado en la mesa de negociaciones. Ahí, Carlos Salazar llevará la voz cantante. Por otro lado, otros líderes empresariales alzarán más la voz y se enfrentarán a la narrativa presidencial. Enoch Castellanos será uno de ellos.
Es un hecho: vienen semanas intensas, posturas que requerirán por parte del sector privado de un contraataque con argumentos sólidos para intentar desactivar varias bombas; entre ellas, un plan que el partido en el gobierno viene cocinando a fuego lento: el impuesto a la riqueza.
En el marco de las conversaciones que tendrán lugar rumbo a la Ley de Ingresos de la Federación 2022, la reforma fiscal incluirá un análisis alrededor de la aplicación de tasas impositivas a las fortunas y las herencias. Alfonso Ramírez Cuellar, quien fuera el líder de Morena, colocó el tema hace unos meses en el debate nacional y las reacciones (sobre todo en contra) no se hicieron esperar. Para octubre, que nadie se sorprenda, este espinoso tema volverá.
Simultáneamente, la ruta del dinero etiquetado para el próximo año también será motivo de discordia. Nadie cuestionará los programas sociales destinados a jóvenes, mujeres embarazadas, adultos mayores (al final, son un botín político de todos los partidos). Los incendios se darán al calor de las discusiones para dotar de recursos (o asfixiar) a los órganos autónomos. Para noviembre, vendrá la carnicería.