Comparado con el inicio del periodo electoral, las encuestas han colocado un revés contundente contra Morena. El resultado cambiará según la inercia del voto, si ésta se mantiene en la misma dirección de 2018 o sucumbe al efecto pendular.
La ley del péndulo, descubierta por Galileo Galilei hace más de 500 años, hace alusión a las oscilaciones en vaivén y al tiempo exacto que toma al péndulo regresar de un extremo al centro. En política, este efecto se ve reflejado en la alternancia regular y predecible de partidos en el poder.
Por ejemplo, en un sistema bipartidista como el de Estados Unidos, el poder suele transferirse de Republicanos a Demócratas entre administraciones. El columpio suele ir de izquierda a derecha o viceversa. ¿Qué pasa en un país como México? El poder se ha relevado recientemente entre partidos cuyas políticas no se adhieren a las ideologías que en papel representan. Como ejemplo, el gobierno actual se denomina de izquierda y, en realidad, su discurso y sus acciones se inclinan hacia la derecha populista.
López Obrador aprovechó esa inercia en 2018. La inseguridad se disparó con el PAN y empeoró con el PRI. La corrupción se exacerbó en esas administraciones y, aunque hubo mejoras en la pobreza, no fueron suficientes. La pregunta es si tres años después la situación ha mejorado. Sus apariciones en los medios están plagadas de logros de su gobierno, cifras maquilladas, los famosos “otros datos” y ataques que culpan a los antecesores por los fracasos de su gobierno.
La realidad muestra otra cara: los años más violentos de la historia, con más de 35,500 asesinatos en 2019 y 2020; una respuesta muy lacónica ante la pandemia de COVID-19, la cual ha evidenciado las fallas en el sistema de salud pública; actos inauditos de corrupción como la entrega de dinero a Pío López para la campaña del presidente; la cacería inconclusa de brujas a políticos del pasado; una economía estancada; un sector energético que retrocede a pasos agigantados; y una tasa de impunidad es cercana al 99%. Entonces, si las elecciones intermedias son como una evaluación previa al famoso plebiscito de 2022, ¿qué calificación le asignarán los electores?
La demagogia del presidente ha sido muy efectiva en dividir a la sociedad. Las antípodas ven a “fifís” contra “chairos”, conservadores contra liberales, empresarios contra los que apoyan al proyecto de gobierno y la prensa buena contra la mala. Sin darse cuenta, esta polarización sólo da más impulso al péndulo, ya que una sociedad cada vez más voluble puede transferir su peso del centro al otro extremo con gran facilidad.
Fue notable el caso de Donald Trump en Estados Unidos y la rapidez con la que tuvo que entregar el poder ante la exacerbación de las diferencias sociales. No tenemos que ir tan lejos, las tendencias electorales iniciales mostraban que Morena potencialmente se llevaría 14 de las 15 gubernaturas e, incluso, ganaría curules en la Cámara de Diputados. Las más recientes arrojan números menos prometedores, con apenas la mitad de entidades que favorecen a Morena y un escenario turbio para las diputaciones federales.
Esta dualidad política que caracteriza al preludio electoral debe tener claro que, aunque ambos bandos anhelen escenarios distintos, lo más conveniente para todos es un equilibrio de poderes y un balance de partidos en la toma de decisiones. Para los opositores a Morena, restarle poder en el Congreso e impedir que más entidades se tiñan de guinda es muy evidente.