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Errores más comunes al implementar una experiencia para los clientes

Sorprender a una persona no es tarea sencilla, requiere tiempo de investigación para conocerla, para saber su comportamiento y sus deseos, considera Jimena Camino.
mié 21 julio 2021 12:07 AM

(Expansión) - ¿Recuerdas cuál fue la última empresa que te hizo pasar un mal rato?, es probable que el nombre de la marca viniera casi de inmediato a tu cabeza. Ahora, el caso contrario, ¿recuerdas cuál fue la última que te sorprendió por su servicio o calidad?, seguro que te ha tomado más segundos tenerlo claro.

Este es un comportamiento normal: cuando tenemos una experiencia desagradable está presente de forma constante porque, al causarnos malestar, buscamos desahogo. Sin embargo, una buena experiencia, por lo general, solo la recordamos cuando nos preguntan por algo relacionado con ella.

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El ser humano vive de impresiones, de momentos y de experiencias, y estos chispazos que para el cliente representan, en ocasiones, una fracción de segundos, conllevan para las marcas horas y horas de planeación. Tener una experiencia de marca se ha convertido cada vez más en un commodity para los clientes.

Sorprender a una persona no es tarea sencilla, requiere tiempo de investigación para conocerla, para saber su comportamiento y sus deseos; y tiempo para planear y ejecutar una estrategia que permita cumplir el objetivo de encontrar a los clientes en dos momentos cruciales: los que el cliente espera y los que no, es decir, aquellos que logran sorprender y marcan un diferencial con otras marcas de la categoría.

A veces parece una tarea titánica crear esas experiencias sorprendentes que generarán para tu negocio el valor inigualable de la recomendación. ¿Por qué? Suele haber varios factores que se repiten a menudo:

1. Una marca sin concepto definido

Definir 'el concepto' de la marca es una labor que involucra a varias personas que la viven muy de cerca e implica años de construcción. 'El concepto' es lo que da sentido y genera una asociación casi instantánea en la mente de los usuarios. Por ejemplo, al decir “magia” o “mágico”, Disney es la marca que se asocia con mayor facilidad; o al pensar en “felicidad” puede relacionarse con Coca Cola.

Este es el mismo ejercicio que ha hecho Airbnb buscando ser asociado con la palabra “pertenencia”. Y ojo, en ocasiones ni los propios fundadores de empresas saben cuál es esa palabra con la que se define su marca. Sin embargo, este concepto es el punto de partida para toda la empresa. ¡Cualquier persona que trabaje en Disney sabe que su labor es llevar a sus clientes esa magia que la marca transmite! Eso es lo que debes buscar.

2. Incongruencia de las 3 B: Business, Brand and Behavior

Business: aquello escrito en la misión, visión y estrategia de la empresa. Son aspiraciones normalmente nobles que le dan sentido a la fundación de una compañía.

Brand: la propuesta de valor y el “para qué” de la marca. Está íntimamente ligado con 'el concepto' del que hablábamos anteriormente. Este es el punto de partida para realizar bajadas creativas y comunicación externa.

Behavior: esos valores y guías de comportamiento esperado por los colaboradores de la empresa, los códigos de conducta que se desean al interior y al exterior como modo de expresarse de una persona que está ligada a la compañía..

Estas tres B deben estar alineadas para que el mensaje al cliente sea claro. Es una especie de hilo conductual que guía, transmite confianza y genera credibilidad ante los usuarios.

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3. Descentralización del cliente

Es indispensable que cada una de las áreas de la compañía piense siempre en el cliente antes que en nadie más. Es común ver directores pidiendo cambios de imagen, de copy o de estructura porque creen que eso es lo que funcionará mejor. ¡Perdón, señor director, pero no! Quien manda sobre lo que funciona mejor es el cliente y los datos. Cada ingeniero, mercadólogo, vendedor, contador o cualquier cargo dentro de la empresa debe pensar antes que nada en el cliente para buscar innovaciones y optimizaciones.

4. Falta de foco en lo más importante para la empresa

Decía Santo Tomás de Aquino que el bien es difusivo de sí y parece inevitable hacer la siguiente conexión: Empleados felices = Clientes felices.

Los empleados transmitirán la misma energía y pasión que vean que la empresa pone en ellos. Un empleado feliz y enamorado de su trabajo buscará transmitir ese entusiasmo a los clientes y hará todo lo posible por ofrecer un servicio excepcional. Entender que todos hacen la marca es vital para esa construcción de experiencia.

El fin último de crear una experiencia sorprendente para el cliente es buscar que se enamoren de nuestra marca. Debe buscarse que cada interacción tenga tanto impacto que cuando busque ese producto o servicio que ofrecemos, su primera -y única- opción sea el nuestro, que si alguna persona le solicita una recomendación, brinque de emoción hablando de nosotros; es decir, que se convierta en nuestro embajador.

Pero nadie lo hará si no hay suficiente claridad de lo que te hace diferente si no eres coherente, si quien te comprará siente que para ti es solo un signo de pesos y no ve que genuinamente la marca y sus empleados se preocupan por él y por ofrecerle siempre lo mejor.

Nota del editor: Jimena Camino es Brand Marketing Manager de La Haus. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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