Horas después de decidir no continuar en la presentación por equipos, dijo: “Tengo que centrarme en mi salud mental. Tenemos que proteger nuestra mente y nuestro cuerpo y no limitarnos a hacer lo que el mundo quiere que hagamos. A veces realmente siento como si tuviera el peso del mundo sobre mis hombros. Sé que lo olvido y hago que parezca que la presión no me afecta, pero maldita sea, ¡a veces es difícil!".
Usa el plural: “Tenemos que”. Tal vez porque nos está hablando a nosotros y nos incluye. Entre otras cosas, Simone Biles señaló que había sido un año muy difícil. Muchos concordamos con ella.
Es central entender a las figuras destacadas dentro de sus propias historias personales. El agotamiento de Simone Biles se hace mucho más claro a la luz de su propia historia. Se dedico a hacer todo lo contrario a lo que hacían sus padres: disciplina, rigor, orden y entrenamiento. La vida de un adicto es la contracara. Pudo torcer aquel legado.
Pasó toda su niñez y adolescencia atendiendo a rutinas y formas de alimentación específicas. Los flashes del mundo la adoraban y exaltaban. Tenía al mundo detrás de ella. Tenía al mundo encima de ella (y el mundo es pesado cuando uno lo lleva a cuestas).
El éxito, muchas veces, es una trampa. Y eso también nos puede suceder en nuestras compañías. Al caer de lo alto, el golpe que uno se da es mayor.
Saber decir 'basta' es un don enorme que muchos no tienen. Hay que estar entrenado, hay que ser un muy buen líder para saber decir basta. Para reconocer el propio límite, la propia imposibilidad.
Es importante que los líderes reconozcan que sus historias difíciles pueden ser procesos que deben seguir madurando, porque interfieren de algún modo en sus roles profesionales.
Somos una unidad. No tiene sentido dividir incansablemente nuestra vida entre trabajo y familia. Son ámbitos que muchas veces se entrecruzan y que hay que saber respetar en sus individualidades. Somos uno. Cuando nos cansamos, estamos cansados por entero.