Paradójicamente, en un entorno de transformación tecnológico-industrial, donde la automatización y la inteligencia artificial se posicionan como las grandes protagonistas de un futuro cada vez más cercano, las habilidades blandas -humanas por naturaleza- como la comunicación efectiva, el trabajo en equipo, y el pensamiento ético, serán enormemente valoradas en los ámbitos laborales y profesionales.
Nuestra noción de liderazgo también ha evolucionado a través de las décadas, aunque la recesión económica del 2008 y la actual crisis pandémica, sin duda, se convirtieron en catalizadores de cambio. A continuación se abordan puntos relevantes que todo líder debe considerar en el propósito por mejorar sus cualidades de gestión:
Existe un falso dilema según el cual el directivo o jefe debe elegir entre productividad y trato humano. De acuerdo con esta idea, las personas colaboradoras de la empresa u organización son meros medios para obtener utilidades. Así, bajo el argumento de que los resultados son lo único que cuenta, no se atiende la dimensión humana. Si un elemento del equipo no funciona, simplemente se desecha enseguida, pasando por alto las causas de su aparente rendimiento insuficiente.
Desde luego, estas prácticas son insostenibles dentro de cualquier corporación o institución, pues invariablemente implican someter a los trabajadores a elevadas dosis de estrés. Cuando no se cubren necesidades humanas como el reconocimiento y el sentido de pertenencia, el burnout tiende a aparecer, orillando a la gente a abandonar la empresa.
El liderazgo con sentido humano comprende que es imprescindible crear un entorno laboral cimentado en determinados principios y valores compartidos; con una misión y una visión bien definidas; el líder auténtico sabe que el propósito debe estar arraigado en la mente de cada miembro del personal.
Es bastante conocida aquella anécdota ilustrativa que relata la respuesta que obtiene un turista curioso al preguntar a tres albañiles distintos sobre la construcción de un edificio en obra: el primero de ellos responde que su tarea consiste en colocar un ladrillo sobre otro ladrillo; el segundo de ellos contesta que trabaja para terminar de levantar una pared; por último, el tercero afirma con orgullo atendiendo la pregunta que se encuentra construyendo una grande y bonita catedral.
Un líder es un motivador, un mentor. También debe ser un ejemplo para los demás, y un guía -sobre todo al transitar por situaciones de crisis-. El auténtico liderazgo reconoce que las empresas son lo que son, en última instancia, por la calidad de las personas que las conforman. Las organizaciones exitosas precisan de sujetos con estas aptitudes para crecer, adaptarse al cambio, y consolidar objetivos.