La iniciativa de ley de ingresos considera que el monto de recaudación tributaria para 2022 aumentará por el incremento en la recaudación del ISR e IVA, pero no está asociado a un aumento en las tasas impositivas, sino a un programa de simplificación de pago de impuestos (Régimen de Confianza).
Si bien se espera que los contribuyentes paguen sus impuestos con mayor facilidad, la estrategia también estaría centrada en aquellos que evaden y eluden al fisco. Si esto funciona, veríamos crecer consistentemente la base gravable e incrementar aún más la capacidad recaudatoria del SAT.
Si bien el SAT ha incrementado la recaudación, incluso en un año de contracción económica como 2020, nuestros ingresos tributarios como proporción del PIB (aproximadamente 16.5%) siguen por debajo del promedio de nuestros pares latinoamericanos (22.9%) y de los países de la OCDE (33.8%).
En mi opinión, el tema pendiente es la informalidad, que sin duda está ligado a la falta de empleo, consecuencia del crecimiento casi nulo de la economía en los últimos años.
Al cierre del primer semestre de 2021, muchas personas que quedaron desempleadas durante 2020 ya se encuentran ocupadas, pero dentro de la informalidad. Estos trabajadores no tienen seguridad social, no están bancarizados, no acceden a créditos, no cuentan con sueldo fijo y, por lo tanto, no pagan impuestos. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, el número de trabajadores informales representa el 56.2% del total de la población ocupada.
Así, podemos entender por qué las remesas y el sector turismo son parte de los mecanismos de recuperación económica que ha mencionado el gobierno. Por un lado, la Secretaría de Turismo incrementó su presupuesto 70% respecto al año pasado, y por el otro, las remesas fueron de 40,600 millones de dólares, y este año se estima que sean superiores. Esto último ocurrirá gracias a la recuperación económica de Estados Unidos.
Un buen porcentaje de nuestro crecimiento económico esperado para el cierre de 2021 y para 2022 será generado por nuestro vecino del norte; sin duda el plan de infraestructura aprobado por su congreso impactará positivamente la economía mexicana.
La actividad industrial será la más beneficiada, visto por componentes de demanda agregada, exportaciones de bienes finales y de proveeduría. Esto generaría superávits en la balanza comercial, resultando en mayores ingresos para México.