Al principio fue un desafío para muchos de nosotros. Algunas empresas no necesariamente contaban con la infraestructura necesaria para mandar a todos a casa brindándoles las herramientas y equipo necesarios para que pudieran hacer su trabajo. Por el otro lado, no todos los empleados tenían los espacios suficientes en casa para adaptarlos como oficina, pero además, por lo menos en México, la cultura del trabajo remoto era escasa. Según una encuesta realizada por el IPADE, antes de la pandemia solo el 34% de los entrevistados tenía noción o trabajaba en “home office”.
Ahora, el 75% de los mexicanos cree que es muy importante la flexibilidad laboral porque mejora su productividad. Hoy en día, ya no es necesario invertir tanto tiempo en trasladarse a las empresas, lidiar con el tráfico, el transporte y el caos vial. Con ese tiempo extra, ya es posible desayunar, comer y cenar en casa en compañía de la familia y pasar más tiempo con ellos mientras se cumplen las obligaciones laborales.
Nos adaptamos a éstos y otros cambios que fueron parte de esta nueva realidad y nos dimos cuenta de dos cosas muy importantes. La primera es que la conciliación entre la vida personal y el trabajo es necesaria para empleados y empresas. Habrá ocasiones que el trabajo demande más tiempo del día, pero también habrá otras que la parte personal requiera más de nuestro tiempo. Es buscar el equilibrio y aprender a distribuir el tiempo dedicado al trabajo y la vida personal para cumplir con los objetivos de cada una de las partes.
Con el avance en la aplicación de las vacunas y el cambio en el semáforo epidemiológico es momento de preguntarse ¿cómo continuar con esta integración al regresar a las oficinas?
Al 85% de los mexicanos les gusta hacer home office y las empresas han podido comprobar que obtienen los resultados esperados, por lo que un esquema híbrido de colaboradores presenciales y remotos es un buen planteamiento como una nueva forma de trabajo.