Cabe destacar que el lugar de trabajo ha estado experimentando diversos cambios mucho antes de la pandemia, en gran parte inducidos por la tecnología. Este crecimiento ha ido impulsando el crecimiento de un concepto llamado Economía de Proyectos, donde se ve claramente que la economía crea y transfiere valor a través de los proyectos, pues es ahí donde se crean o mejoran productos, y esto pasa a todos los niveles y sectores.
Para dar respuesta a ello, las organizaciones están cambiando sus modelos comerciales y se están volviendo más ágiles para satisfacer las demandas tan cambiantes. Por su parte, los empleados se están embarcando en el aprendizaje constante, ya que buscan ser competitivos generando valor económico, empresarial y social.
Según el informe Tomorrow’s Teams Today realizado por el Project Management Institute (PMI), más de la mitad las empresas a nivel global están reorganizando sus actividades en torno a proyectos y programas. Cada año más del 10% de la inversión corporativa se desperdicia debido al desempeño deficiente de proyectos y en consecuencia las organizaciones que descartan la dirección de proyectos, como una competencia estratégica, muestran un nivel muy elevado de fracaso en sus proyectos y funciones operacionales.
Al comenzar a tener esta visión de una Economía de Proyectos se brindan oportunidades, pero también riesgos. Los líderes organizacionales se enfrentan a problemas complejos y está en ellos reinventar la naturaleza del trabajo y cómo se realiza, construyendo o transformando una cultura organizacional que sea receptiva al cambio.
Pero el cambio organizacional comienza primero a nivel individual para así establecer una base medular que lleve a una transformación a gran escala. En este proceso considero tres iniciativas básicas que son clave para que el individuo realmente colabore dentro de la Economía de Proyectos: implementación del Design Thinking, solución innovadora de problemas y fomentar la autonomía profesional.
El Design Thinking no es un concepto nuevo, de hecho, es utilizada por seis de cada 10 organizaciones. Es una dinámica-técnica de gran utilidad enfocada en fomentar la innovación, que centra su eficacia en entender y dar solución a las necesidades reales de los usuarios, para luego ofrecerles un producto enfocado a sus necesidades.
La segunda iniciativa nos hace entender que innovar en un entorno virtual puede plantearnos nuevos desafíos. Por ello debemos crear un entorno de trabajo virtual compartido para fomentar dinámicas que provoquen nuevas ideas y una mayor colaboración. Nosotros como líderes tenemos que incitar a que nuestros equipos mantengan una mentalidad creativa y de resolución de problemas.