Las herramientas disponibles para conocer al consumidor son muchas, algunas más efectivas que otras, entre las más comunes, las famosas cookies de terceros, que recientemente estuvieron en el ojo de la conversación mediática luego del anuncio de Google, primero de eliminarlas de su navegador Chrome a inicios de 2022 y después, hace dos meses, de posponer su bloqueo a finales de 2023.
Esta iniciativa es relevante por varios factores. La primera, bloquear las cookies de terceros significa cambiar el funcionamiento del mercado de la publicidad en la web, es la manera en la que podemos conocer al consumidor, pero no es la única ni la más eficiente.
El segundo aspecto relevante es que Chrome de Google es el navegador más usado en el mundo, de ahí la dificultad de acceder a datos que permitan llegar al objetivo real, sin tener esta alternativa.
Otros factores como la seguridad o la privacidad de los datos de los usuarios de internet cobran también importancia en las cookies a terceros porque hay una consciencia mucho mayor de aceptarlas o no, y de ofrecer abiertamente su información que lo hace sentir vulnerable.
Lo cierto es que esta situación nos deja una clara necesidad de pasar de lo reactivo a lo proactivo para establecer una mayor conexión con el consumidor, y esto, va más allá de las cookies a terceros. Se trata de la oportunidad de centralizar el conocimiento sobre el cliente, aplicar metodologías de investigación efectivas en el entorno digital que sean eficientemente competitivas.
En nuestras manos se encuentra la posibilidad de explotar el potencial de extraer conocimiento y entender la relación consumidor–marcas para generar una experiencia mucho más satisfactoria a partir de la combinación de técnicas tradicionales y vanguardistas que conjugan elementos como la versatilidad, inmediatez, enfoque a resultados y la validez que arrojan un análisis flexible, completo y actualizado sobre las personas a quienes necesitamos entender.