El exceso de liquidez, sobre todo el implementado por la Reserva Federal y denominado en dólares, buscó acomodo en mercados emergentes que ofrecían mejores rendimientos que los ofrecidos por lo bonos estadounidenses. Así, economías como la mexicana, entre otras, se vieron beneficiadas por esa liquidez internacional, lo cual al aumentar la oferta de dólares en el país facilitó la baja de las tasas de interés internas y el fortalecimiento del peso.
Así, hacia la segunda mitad del año pasado, los beneficios del exceso de liquidez se vieron reflejados en una caída de las tasas de interés y recuperación del peso después de la depreciación registrada durante la primera mitad del año y que fue ocasionada por la creciente aversión al riesgo e incertidumbre interna. Al final, el efecto revaluatorio del peso se reflejó en un descenso inflacionario hacia tasas de 3% para finales del 2020.
A lo largo del 2021 la paridad cambiaria se ha mantenido relativamente estable a medida que el exceso de dólares se ha mantenido, adicionalmente apoyado por la tendencia creciente del flujo de remesas. Sin embargo, la inflación empezó a despertar tanto por interrupciones de oferta, como por precios externos y presiones ocasionadas por la liquidez monetaria.
La inflación se ha acercado a una tasa del doble del objetivo central de 3%, mostrando una fuerte resistencia a bajar. Para el 2022 no se alcanza a ver que la inflación vaya a mejorar mucho, no solo por el enfoque gradualista de normalización monetaria adoptado por el Banco de México, sino mayormente porque se avecina una normalización monetaria externa que va a corregir los niveles artificialmente bajos alcanzados por las variables financieras y de precios en el país.
Si bién la Reserva Federal estadounidense aún no empieza a subir la tasa de interés, si ha expresado intenciones de empezar a reducir el exceso de liquidez en la economía, a través de la reducción de la compras de valores a más tardar para el 2022. La reducción de dichas compras presionará el precio de los bonos a la baja y las tasas de interés a la alza. El resultado será similar al que se presentó después de la crisis global del 2009: Un retiro de la liquidez de mercados emergentes ante la apreciación del dólar y mayores rendimientos de los bonos estadounidenses.
La consecuente salida de capitales de mercados emergentes producida por este evento monetario estadounidense ocasionará correcciones cambiarias, y el peso mexicano sufrirá las mismas consecuencias depreciatorias. De persistir el enfoque gradualista de normalización monetaria en México, es de esperar que las salidas de capital del país aumenten en los próximos meses y el próximo año, ocasionando que el peso abandone su nivel artificial hasta ahora mostrado para avanzar hacia niveles más consistentes con la nueva realidad económica del país.