La figura es viejísima en Estados Unidos. El recall apareció en la Corte General de la Massachusetts Bay Colony en 1631. Se dice que Estados Unidos recibió la influencia democrática de Suiza. En ese país se había introducido la figura de revocación de mandato en varios de sus cantones.
La remoción de autoridades no se ha ubicado únicamente en sistemas occidentales. Lenin y Gramsci plantearon la importancia de contar con el derecho de quitar funcionarios, así como se tiene el derecho de ponerlos. Tal vez el tener mecanismos institucionales para sustituir dirigentes disminuya la posibilidad de revoluciones violentas.
El desarrollo de esta institución ha sido lento pero constante. Desde la década de los 80 su aparición ha acompañado el surgimiento de nuevos regímenes democráticos. Actualmente solo son cinco los países en los que todas las autoridades electas pueden ser revocados de manera directa (Bolivia, Cuba, Ecuador, Venezuela y Taiwán). Sin embargo, a nivel local esa figura tiene mayor protagonismo (algo de lo que México puede aprender).
Alexis de Tockeville ya había sido claro en señalar que la más clara expresión de la democracia se vive en lo local. La revocación de mandato parece ser un ejemplo de ello. En el Reino Unido y varios países anglosajones tienen bien instituido el non confidence vote contra parlamentarios. Son varios los alcaldes de ciudades importantes los reemplazados en diversas partes del mundo: Nagoya, Japón en 2011; el alcalde de Duisburg, Alemania en 2011; la alcaldesa de Lima, Perú en 2013; y la alcaldesa Varsovia, Polonia en 2013.
En nuestro país la discusión viene de arriba hacia abajo, pero bien podría explorarse la posibilidad de hacerla de abajo hacia arriba. La experiencia internacional nos da pistas sobre la solidez que tienen los mecanismos de participación directa a niveles de estados o ciudades. No creo que el debate sobre la revocación del presidente de México no deba darse, pero no debe quedarse únicamente en ese nivel.
#QuéPasóCon la revocación de mandato