La crisis sanitaria por COVID-19 contribuyó a acelerar el proceso de transformación digital, las mismas empresas visualizaron en los datos la clave para la toma de decisiones, orientadas a la generación de nuevos negocios y a mejorar la interacción con los clientes, sobre hechos y no sobre opiniones.
La incursión de las nuevas tecnologías terminó por modificar también el manejo de los flujos logísticos y apoyar la experticia de quienes acompañan todo el proceso de producción de un producto hasta su comercialización, quienes encontraron en el Big Data una herramienta para trabajar de manera más ágil y óptima.
La data science es entendida como la extracción, clasificación, análisis y optimización de datos, lo que la convierte en una valiosa herramienta que no solo ayuda a entender la operación en la cadena de suministros o supply chain, sino que también permite identificar puntos inciertos e incluso prever cambios futuros.
Las empresas que carecen de esa capacidad de tener predicciones sólidas, robustas, precisas y ágiles van a tener retos aún más grandes frente a los que sí tienen esas capacidades. Nuestro enfoque debe ir orientado a cómo con la inteligencia artificial y la ciencia de datos nos ayudan a optimizar y generar valor en toda la cadena de suministros.
No podemos dejar de lado la combinación del talento humano y el análisis de datos, lo que sin duda dará mayor eficacia operativa. El cambio no está en manos de la tecnología, sino apoyado en ella, el activo que está detrás de los datos son las personas.