Sí, las etiquetas suelen ser inexactas, pero no podemos negar que hoy están muy limitadas las condiciones que anteriores generaciones sí tuvimos, como era pensar que podíamos progresar. Ahora, muchos jóvenes cargan con el sentimiento de salir perdiendo bajo el actual sistema, que les ofrece un manual de instrucciones desfasado.
La pandemia vino a revelar muchas desigualdades que ya estaban instaladas, de tal forma que se ha enfatizado la precarización de la vida.
Según el Programa PISA, 4 niñas y niños, de cada 10, pueden realizar operaciones matemáticas; 3 de cada 10 pueden comprender un mensaje. La SEP calcula que 3 jóvenes de cada 10 tienen un espacio en la universidad pública. Para UNICEF es posible que las niñas y niños que viven en la sierra tengan una esperanza de vida varios años menor que los de San Pedro Garza García, Nuevo León.
El IMCO calcula que al menos 10 millones de niñas, niños y jóvenes enfrentan un riesgo alto o medio alto de presentar rezagos de conocimientos importantes, lo que representa una reducción de 19% en los años de aprendizaje, equivalentes a dos grados académicos menores. El BID estima que 628,000 mexicanos entre 6 y 17 años han interrumpido sus estudios.
“Si ya se venía formulando una idea de no futuro para las juventudes, ahora menos. Hay mucha desazón de que no existe el futuro y hay que sobrevivir en el presente con lo que se puede”, afirma Jahel López, catedrática del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.
“Hay un juventud que no tiene mayoritariamente un impulso aspiracional de que puede lograr mejores cosas que las que conoce y por tanto hay como una energía que no está disponible”, añade Juan Vera, coach y autor del libro “Articuladores de lo Posible”.
Expertos en conducta humana sostienen que los jóvenes viven un ‘presente continuo’, en el que nada cambia, todo sigue igual y está marcado con muchas frustraciones, lo que alimenta la percepción de que el día de mañana no sería mejor que el presente. Bajo esa lógica, hay quienes han dejado los estudios porque no ven a la educación como el instrumento privilegiado para aspirar a una mejor vida.