En los próximos días, los políticos presumirán que su compromiso está con los más pobres, que harán todo lo posible por fomentar los empleos de calidad, mejores servicios de salud y buena educación, pero no enseñarán la carta que puede ser la solución de todos los males: una reforma fiscal que amplíe la formalización de la economía, que permita contrarrestar la pobreza.
El combate a la pobreza, al corte de hoy, registra sinsabores. Los programas de transferencia han permitido aliviar la falta de ingresos en tiempos de contracción económica. Según el Coneval, al segundo trimestre de 2021, 38% de la población se encuentra en situación de pobreza laboral, aún por arriba del 35% previo a la pandemia. Pero se observa una tendencia de disminución de la pobreza laboral.
El incremento al salario mínimo contuvo el disparo de la pobreza. En agosto de 2018, el salario mínimo promedio era de 2,400 pesos mensuales y, para agosto de 2020, fue de casi 3,600 pesos. Sin embargo, persisten la carencia alimentaria, el rezago educativo, al tiempo que otro reto está en garantizar la complementariedad del gasto social entre estados y la Federación.
La cruda realidad de la pobreza en México ya se conoce, también las rutas para contrarrestarla, pero persiste la tesis de que la pobreza es un rédito político.
Aquí algunos posicionamientos.
Oxfam, por ejemplo, propone una reforma al Impuesto Sobre la Renta que implique tasas más altas para los más ricos, reducción de privilegios fiscales, un impuesto a las herencias; además de promover un mejor sistema de coordinación fiscal y aumentar la recaudación estatal por concepto de tenencia y predial.
El Coneval, por su parte, llama a hacer más eficiente el uso de los recursos públicos dadas las permanentes restricciones presupuestales, lo que significa orientar el gasto social sobre todo a aquellos grupos que tuvieran una mayor afectación derivada de la pandemia (estudiantes que desertaron el pasado ciclo escolar, madres solteras, adultos mayores, indígenas); así como hacer más grande la bolsa de ingresos tributarios y uno de los mecanismos es aumentar la formalidad de la economía considerando que la población en informalidad carece de seguridad social.
Algunas recomendaciones, muy probablemente, serán parte de la Ley de Ingresos de la Federación y del Presupuesto de Egresos 2022; sin embargo, se observa muy complicado el panorama para sostener una base de ingresos que permita, entre otras cosas, cerrar este sexenio con transferencias de recursos federales por un monto estimado en 6,000 pesos bimestrales para cada uno de ellas. Así, para el próximo año ya está descartada, pero si se pretende una reingeniería presupuestal hacia 2023 y 2024, tendría que materializarse una robusta reforma fiscal.