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Trastornos mentales: la epidemia que cobra más víctimas

Una fuerza de trabajo saludable y emocionalmente estable es un activo productivo, seguro, que dota de sostenibilidad al negocio, señala Jonathán Torres.
lun 18 octubre 2021 07:00 AM
salud mental
La crisis de salud mental ya estaba entre nosotros pero, ahora, está tomando una escala nunca antes vista pues se ha incrementado el número de personas con nuevas condiciones de salud mental, apunta Jonathán Torres.

(Expansión) - Son una tentación. Para muchas personas, tomar un antidepresivo o un ansiolítico para enfrentar este enloquecedor momento no es una opción sino una decisión. Los seres humanos, por naturaleza, activamos los nervios cuando no sabemos lo que va a pasar, pero esta niebla mental se ha instalado entre nosotros y últimamente la hemos llevado a niveles muy altos. Lo peor es que no hay muchas salidas para escapar.

La falta de abrazos, el aislamiento, las muertes, las secuelas físicas que está dejando la pandemia están llevando a muchas personas a pensar que pueden subir por las paredes, que duermen con un enemigo invisible.

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Perder la cabeza es mal visto. Pocas personas hablan abiertamente de su visita al psiquiatra, las enfermedades mentales son consideradas como un síntoma de debilidad. Pero todos podemos encontrarnos con algún desequilibrio mental.

Las enfermedades de salud mental constituyen una epidemia silenciosa que ha afectado al mundo mucho antes del COVID-19. Hay tres datos muy crudos: según la OMS, una de cada cuatro personas sufrirá algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida; una persona se suicida en el mundo cada 40 segundos, aproximadamente; mientras que las personas con trastornos mentales graves mueren de 10 a 20 años antes que la población general.

Dicho esto, la crisis de salud mental ya estaba entre nosotros pero, ahora, está tomando una escala nunca antes vista pues se ha incrementado el número de personas con nuevas condiciones de salud mental o que experimentan un empeoramiento de condiciones pre-existentes.

La economía tampoco puede operar adecuadamente con la paranoia que gravita en la atmósfera. Si analizáramos cómo se tuerce la economía con determinadas condiciones psiquiátricas, cuántas horas de trabajo se pierden, el impacto que la depresión tiene en las familias, estaríamos convencidos de que abordar la salud mental de un modo más serio es una buena inversión. Desafortunadamente no es así.

De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, uno de cada tres mexicanos presentará algún desorden psiquiátrico en su vida. Los países de ingreso medio-alto, como México, destinan en promedio 2.4% de su gasto público en salud a la salud mental. En pocas palabras estamos fritos.

A partir de esta semana, más de la mitad del país estará en semáforo epidemiológico verde y así el regreso a las oficinas ya está aquí, lo que significará para algunas personas su reincorporación a determinadas actividades, pero para otras será un pivote para detonar sus ataques de pánico, paranoia, trastornos mentales. ¿Cuántos empleados derraman felicidad por el regreso a su trabajo?

En 2019, Mercer Marsh Beneficios levantó una encuesta regional de tendencias de salud mental en América Latina y El Caribe, en la que participaron más de 800 empresas de 11 países, que daban cuenta que la salud mental de los empleados no era una prioridad para las empresas; 79% no contaba con ningún estudio para medir y evaluar el bienestar emocional de sus colaboradores, 71% tampoco habría desarrollado ningún programa de apoyo emocional.

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A simple vista, pueden observarse grados de concientización alrededor de los problemas de salud mental, pero nada más. Hoy, las condiciones emocionales y mentales no están cubiertas, por ejemplo, dentro de una póliza de gastos médicos mayores. “Solo un tercio de las aseguradoras en América Latina ofrece terapias online para problemas de salud mental versus 68% a nivel global”, afirma Ariel Almazán, Wellness, Health & Claims Director de Mercer Marsh Beneficios. “Hoy en México son casi nulas las pólizas de planes médicos con este alcance”.

El impacto, si no tomamos en serio la salud mental de los empleados, puede ser devastador. Por ello, la salida empieza por promover una cultura del bienestar, pulsar las emociones de los colaboradores y empatizar con ellos, hacer un recuento de los daños, pensar en programas de apoyo personalizados para prevenir el uso de drogas, suicidios, reconocer que hay cosas que no se resuelven solamente echándole ganas.

No es un acto de buena voluntad. Una fuerza de trabajo saludable y emocionalmente estable es un activo productivo, seguro, que dota de sostenibilidad al negocio.

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Un nuevo fenómeno empieza a registrarse: personas enfermas en etapas más jóvenes, lo que puede impactar negativamente en su productividad; millennials con altos grados de depresión, ansiedad, estrés. Hay talento joven que no la está pasando nada bien.

Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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