Adicionalmente, también debe de reconocerse la rápida reacción de los Bancos Centrales, que, generalizando un poco, implementaron diversas medidas para proveer de liquidez al sistema financiero y que el crédito pudiera fluir con cierto orden. Algunas de las acciones más destacadas fueron las reducciones en las tasas de interés, las compras de activos, la implementación de líneas de crédito extraordinarias y ciertas flexibilidades en cuanto a las reservas de la banca comercial.
Estos dos elementos evitaron que los costos financieros se elevaran a tal grado que muchos acreditados se vieran imposibilitados de hacer sus respectivos pagos, en un momento en el que sus ingresos, a causa de la debilidad económica, se veían reducidos.
Ahora, la recuperación económica mundial ha sido más fuerte a lo previsto y se cuenta con proyecciones de crecimiento ambiciosas para este y el siguiente año. El Fondo Monetario Internacional (WEO, octubre 2021) estima un crecimiento en el PIB global de 5.9 y 4.9% para 2021 y 2022, respectivamente. Si esto se cumple y las condiciones financieras se mantienen relajadas en los siguientes años, podría decirse que es muy poco probable que surgiera una crisis financiera en el futuro previsible.
El detalle está en que la recuperación económica ha comenzado a mostrar ciertas fisuras. El último brote del virus, caracterizado por la variante Delta, es un recordatorio de que pueden surgir nuevas cepas más agresivas y resistentes a las vacunas, generando más estragos económicos.
Además, el restablecimiento de la producción industrial mundial, por el daño en las cadenas globales de suministro y proveeduría, ha tardado más a lo que se esperado. Esto, junto con el fuerte consumo en países desarrollados, ha detonado en incrementos en los precios de bienes de uso final e intermedio.
Los Bancos Centrales consideraron inicialmente que las presiones inflacionarias serían temporales y que se solucionarían conforme la economía mundial se reabriera y las cadenas de proveeduría se restablecieran. No obstante, el alza en los precios ha sido mayor y más duradero a lo previsto, por lo que es razonable esperar que los Bancos Centrales retiren el estímulo monetario antes de lo que se pensaba, es decir, que reviertan las medidas para proveer liquidez al sistema financiero, en unos casos, o que se suban las tasas de interés, en otros.