Expertos han afirmado que más del 15% del territorio nacional, así como el 68.5% de su población y el 70% del PIB son algunos de los aspectos más propensos a sufrir las consecuencias negativas derivados del cambio climático. Todo esto sin duda podría traer como resultado afectaciones importantes a los sistemas económicos, sociales, de salud y medioambientales.
Es inevitable detener el aumento de temperatura global, pero lo que sí se puede hacer es tratar de evitar, mitigar y compensar la contaminación que estamos generando mediante políticas y metas claras y ambiciosas. En la jornada de la COP26, México debe reconocer que enfrenta retos y costos de oportunidad en su agenda climática y en sus esfuerzos para combatir el cambio climático cumpliendo con sus objetivos de compromiso climático de reducir las emisiones en un 22% para 2030 y en un 50% para 2050.
Entre los principales retos que enfrenta México es una política energética actual sin certeza que debe cambiar para brindar confianza a la iniciativa privada y a la inversión extranjera directa. El gobierno federal muestra falta de liderazgo en sostenibilidad ambiental y ambición política ambiental al no aumentar sus compromisos climáticos establecidos en el acuerdo bajo la Convención de Cambio Climático, que se adoptaron en la COP de París 2015.
Adicionalmente, el presupuesto federal ha reducido los recursos financieros esenciales para combatir el cambio climático y el fondo disponible es limitado.
México corre el gran riesgo de convertirse en una economía emergente que incumpla con los compromisos contraídos en París. El país no cumplirá con sus objetivos de emisiones a menos que implemente nuevas políticas, incluyendo el fortalecimiento de los objetivos de reducción de carbono, la inversión de la tendencia de los combustibles fósiles y la expansión de las energías renovables.
El gobierno ha convertido la quema de combustibles fósiles en la pieza central de su política energética, una medida que se espera aumente las emisiones del país.