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Tendremos estándares globales para la divulgación sobre sostenibilidad

La COP26 arroja el cambio más importante en la forma en que las empresas se comunican con sus inversores en casi 100 años, opina Arturo Rodríguez.
vie 12 noviembre 2021 11:59 PM
Inversion sustentable
Las empresas deben considerar los capitales y las relaciones que utilizan como insumos en sus procesos, y cómo, a través del tiempo, generan, preservan o erosionan el valor de éstos, señala Arturo Rodríguez.

(Expansión) - La manera en que entendemos el rol de la empresa dentro de la sociedad ha venido cambiando con el tiempo. El modelo de maximización de valor para accionistas impulsado en los 70s—cuando la empresa, la sociedad y el medio ambiente se veían como agentes independientes—dio paso a un modelo de “valor compartido” durante los 90s.

Bajo este nuevo paradigma, estos tres mundos empezaron a converger, haciendo evidente la relación entre nuestras actividades productivas, el planeta y la gente que habitamos en él. Sin embargo, retos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, y la desigualdad social, nos han forzado a replantear una vez más este modelo.

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Hoy debemos hablar de “valor de sistema”, en donde la empresa no puede, ni debe, jugar un papel aislado, sino que debe realizar sus actividades tomando en cuenta su licencia social para operar, mientras que la sociedad opera dentro de los límites planetarios.

El movimiento de las finanzas responsables juega un papel clave en impulsar la creación de este nuevo sistema, direccionando recursos financieros hacia empresas que han entendido el verdadero rol que juegan dentro de este nuevo modelo y castigando a aquellas que aún se ven a sí mismas como agentes independientes. Hoy, los Principios de Inversión Responsable cuentan con más de 4,460 signatarios que administran 121 billones de dólares de activos globalmente (PRI, 2021).

Si bien estas cifras son alentadoras, consideremos que este movimiento sólo podrá maximizar su potencial si puede alimentarse de su principal materia prima: la información. Los datos que reportan las empresas sobre su desempeño ambiental, social y de gobernanza (ASG) son la gasolina—o, como estamos hablando de sostenibilidad, los electrones—que alimentan el motor de los mercados de capitales.

La creación de un organismo global para la estandarización de información ASG es la única solución que permitirá que la información fluya desde la empresa hacia los inversores, para que éstos puedan utilizarla de manera eficiente y efectiva, maximizando las aspiraciones del movimiento de inversión responsable y contribuyendo positivamente al desarrollo sostenible.

Uno de los anuncios menos sexys—pero no por eso menos importantes—de la primera semana de la COP26, fue precisamente la creación de este tipo de organismo. La Fundación IFRS, que por décadas ha creado estándares para que empresas en más de 140 países reporten información homologada sobre su desempeño financiero, anunció la creación del International Sustainability Standards Board (ISSB).

El ISSB tendrá como objetivo estandarizar la información que las empresas reportan a sus inversores sobre temas ASG. Sin temor a exagerar, posiblemente este es el cambio más importante en la forma en que las empresas se comunican con sus inversores en casi 100 años, cuando en los años 30s se empezaron a establecer normas de divulgación financiera ante la Gran Depresión.

La formación del ISSB y el hecho de que basará su trabajo en marcos y estándares existentes—pero hasta ahora voluntarios—como el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima (TCFD), el Marco de Reporte Integrado y los Estándares SASB—han sido aplaudidos por el G20 y ministros de finanzas de 40 jurisdicciones, incluidas Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, México, Chile y Brasil.

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Si bien la estandarización de información ASG es una práctica necesaria para el movimiento de inversión sostenible, no es la única. No basta reportar por reportar. Las empresas necesitan internalizar la sostenibilidad como parte integral de su razón de ser, entretejiendo el análisis de riesgos y oportunidades ASG en su planeación estratégica.

Esto es de particular importancia en América Latina, en donde aún muchas empresas abordan el tema como un costo, y no como una oportunidad para explorar de manera holística todos los riesgos y oportunidades a los que se enfrentan. De manera activa, las empresas deben considerar los capitales y las relaciones que utilizan como insumos en sus procesos, y cómo, a través del tiempo, generan, preservan o erosionan el valor de éstos.

Este ejercicio de pensamiento integrado conduce a una toma de decisiones más robusta que, sumada a una divulgación homologada, maximiza los alcances de la inversión sostenible.

Crear una sociedad justa, igualitaria y funcional dentro de los límites naturales con los que coexistimos es una meta a la que todos deberíamos aspirar. Con los años hemos abierto varios frentes para alcanzarla, incluyendo el científico, el político, el tecnológico y el financiero.

Así como lo ha hecho el G20, todos—incluyendo inversores, empresas e individuos—debemos darle la bienvenida al nuevo ISSB, por menos sexy que parezca, ya que este nuevo organismo será parte integral de la solución que el frente financiero ofrezca para alcanzar nuestro objetivo.

Nota del editor: Arturo Rodríguez Trejo es Líder de Vinculación para Iberoamérica de la Value Reporting Foundation. Cuenta con una trayectoria de más de 15 años en el área de sostenibilidad, pensamiento integrado y estandarización de información ASG. Es economista por el TEC de Monterrey y Máster en Economía Internacional y Desarrollo Económico por la Universidad de San Francisco. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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