Si sabes lo que pocos saben, si tienes una especialidad como pocos para resolver una necesidad del mercado, enhorabuena, tienes muchas posibilidades de que el éxito profesional y el dinero estén contigo. Pero eso no significa que te conviertas en el mejor ejemplo que la humanidad necesita.
McKinsey Global Institute realizó un estudio llamado “Defining the skill citizens will need in the future world of work”, en el que consigna que las habilidades tecnológicas y cognitivas superiores (motivación, imaginación, creatividad, entre otras) serán muy demandadas. Sin embargo, detectó algo que llama la atención: a mayor nivel educativo, menores grados de empatía y humildad.
“Hay una lógica ultra disciplinar que sirve para resolver problemas complejos muy puntuales, pero los problemas que tenemos hoy requieren de una mirada 360º”, dice Juan Freire, vicerrector de Innovación y Transformación de la Universidad Tecmilenio. “La educación superior sigue cumpliendo su proceso formativo, pero de repente hemos ido abandonando la educación del ciudadano. Yo lo achacaría a que los retos que tenemos como sociedad no son de disciplinas, requieren la mirada de distintas disciplinas pero nos hemos dirigido hacia la ultra especialización”.
Lo planteo de otra manera: qué maravilla ser alguien que puede estar muy bien cotizado en el mercado, gracias a sus valores añadidos, pero de qué sirve si no se tiene la actitud para ser un buen ciudadano, una buena persona.
“No se puede pensar la universidad desde la visión de solo construir sujetos competitivos que puedan insertarse en función de sus habilidades a los mercados laborales. No. La educación es un proceso para construir seres integrales”, añade Mario Luis Fuentes, director de México Social y profesor de la UNAM. “Hemos construido profesionistas enormemente capaces de manejar modelos matemáticos y grandes bases de datos, pero a costa de no tener una formación integral, una idea de mundo que les permita reconocer la integralidad de lo humano”.
¿Es tiempo de repensar la educación superior? Ese profundo análisis es de los expertos. Las universidades son el principal instrumento para que los jóvenes puedan aspirar a un mejor futuro. No hay discusión en torno de lo que sigue siendo el principal paradigma del Siglo XXI: mayor educación, mayor bienestar. Finalmente, la construcción de las personalidades viene desde casa y a partir de la educación básica, que se siguen formando con los años de tal manera que la universidad juega un papel para reforzarlas.