En muchos casos, pasando por el proceso de aprender a desaprender, el aislamiento nos obligó a innovar, a tratar de disminuir el impacto en nuestra vida cotidiana y a hacer las cosas de otra manera; los ejemplos son muchos: estudiar en casa, trabajo remoto, herramientas de colaboración, diagnóstico y tratamiento de padecimientos a distancia e inclusive entretenimiento, por mencionar algunos.
Este año hizo más común el comercio electrónico, los servicios en la nube, más y más aplicaciones disponibles en diversas plataformas; mientras que algunos términos que típicamente se consideraban de nicho también se empezaron a popularizar, el Internet de las Cosas, la Inteligencia Artificial, Blockchain, Big Data, etc.
Esto no habría sido posible sin la disponibilidad de redes confiables y dispositivos asequibles para la gran mayoría de la población; sin embargo todavía hay un largo trecho que recorrer. Si bien, de acuerdo al Índice Global de Conectividad , México tiene una buena penetración en redes de 4G y servicios de banda ancha por fibra óptica, está por debajo de Argentina Brasil, Chile, Uruguay.
Asimismo, sin considerarlo una carrera de velocidad, estoy convencido de los beneficios que la 5G tiene para los individuos, al incrementar de forma significativa la experiencia y para las industrias, mejorando la productividad y generando nuevos modelos de negocio, hasta ahora solo vistos en papel (o en una presentación); este posiblemente sea el año que vio nacer a la quinta generación de redes móviles en el país, una plataforma habilitadora de la transformación digital de México.
Un reto adicional en 5G es la generación de demanda, que tiene que ser resuelta con base en la colaboración de todos los jugadores del ecosistema digital: autoridades, operadores, industrias verticales, academia y proveedores, sin limitación alguna y con base en estándares de seguridad y transparencia de clase mundial. Además de la imperativa necesidad de incentivar las inversiones a través de políticas públicas innovadoras, sin duda el gobierno puede ser un referente al ofrecer más servicios públicos de forma digital.
Cada día escuchamos y vemos más aplicaciones de ciudades inteligentes, mejorando la seguridad pública, acortando el tiempo en diversos trámites, disminuyendo costos de operación u ofreciendo inclusive una visa de trabajador nómada digital, como en el caso de Estonia .