Es en esta época donde las grandes consultoras presentan sus estudios de megatendencias, una especie de tarot consultivo sobre lo que viene – sin lograr, como la Canción de la Negra, decir cuándo.
Pero pocas veces nos sentamos a ver lo que se dejó de hacer, las predicciones que, de haber funcionado hubieran arreglado algo: lo que pudo haber sido y no fue.
Para empezar, ¿qué hubiera pasado si la reacción de las empresas a la pandemia no se hubiera quedado en los planes sin ejecutar y se hubieran hecho acciones efectivas distintas a pedir a los empleados “manejar la incertidumbre” y “ser resilientes”?, ¿cuál sería la historia si se hubiera tomado una decisión definitiva sobre trabajo remoto y flexible?
Cambiando de flanco ¿qué hubiera pasado si se hubiera hecho una reforma al trabajo tercerizado (outsourcing) pensada y ordenada? ¿A quién en su sano juicio de le ocurre crear un nuevo requisito para contratar y es darse de alta en un padrón estatal? ¿No suena eso como a socialismo trasnochado de 1970? ¿Qué hubiera sucedido si esta reforma hubiera venido acompañada por un real cambio, buscando el empleo digno y buscando mecanismos para regular el verdadero problema que es el empleo informal?
En el mismo sentido ¿cómo estaríamos ahora si las organizaciones sindicales hubieran dado una mirada hacia dentro y pensado en su futuro, renovado sus líderes de décadas, para dar paso a un sindicalismo moderno, no mercantilista sino genuinamente garantista y productivo?, ¿cuál debería haber sido la reacción de los cuerpos legislativos y empresariales al darse cuenta de los peligros de los acuerdos paralelos al T-MEC respecto de la intervención de sindicatos del norte en nuestra dinámica laboral?
En el terreno de lo social ¿cómo estaríamos viendo hoy una actividad empresarial comprometida con derrumbar las causas estructurales de la pobreza a través de la inclusión de las clases menos favorecidas dentro de sus fuerzas laborales?, ¿por qué vemos tan pocas iniciativas educativas para garantizar, cuando menos, la educación media en sectores condenados a la brecha de la pobreza?
Dados los cambios que nos generó, inevitablemente la pandemia, ¿qué hubiera ocurrido si la discusión sobre las condiciones de trabajo y el trabajo flexible no se hubiera limitado a un 7% de los empleos que permiten estas modalidades?, ¿cómo estaríamos si entendiéramos que tenemos una deuda con la parte baja de la pirámide laboral que también tiene necesidades individuales aún más profundas que las del nicho de arriba?
¿Seríamos mejores como sociedad si entendemos que el 40% de los trabajadores no cuenta con las prestaciones mínimas de ley y que hemos generado condiciones de lumpen empleo precarias y explotadoras de un grupo social que no tiene opción diferente a resignarse?