Por fortuna, hoy en día tenemos acceso a trabajos de investigación académica que prueban que la creatividad sí se puede enseñar y entrenar. Yo misma, en mi curso “Boosting Creativity”, del máster de Entrepreneurship and Innovation de HEC Paris, ayudo a mis alumnos a ser más creativos en un periodo relativamente corto. No importa de dónde parte cada alumno, todos puede mejorar su creatividad.
Pero ¿de qué hablamos exactamente cuando hablamos de creatividad? Tan solo ahora estamos empezando a comprender cómo funciona la creatividad en el ser humano, pero aún estamos arañando la superficie.
La creatividad sigue siendo una de las pocas funciones cognitivas humanas que aún escapan a la Inteligencia Artificial. Algo en lo que creo que sí podemos estar todos de acuerdo es que un resultado creativo es algo a la vez novedoso y útil.
Existe una serie de ejercicios básicos que se pueden realizar, para llegar a estos resultados creativos y ayudar a desarrollar un pensamiento creador:
1. Quitar en lugar de añadir: una de las técnicas de creatividad que trabajamos en mi curso consiste en pensar cómo crear un producto nuevo quitándole una característica a uno existente. Por ejemplo, si tomamos un celular, ¿cómo podemos añadir valor quitándole una función en lugar de añadiéndole una nueva? Por ejemplo, supongamos que le quitamos la capacidad de hacer llamadas.
Al principio puede parecer que tenemos un celular menos valioso. Y, sin embargo, si eliminamos la capacidad de llamar, quizá de pronto conseguimos el primer teléfono para niños en el que los padres pueden llamar, pero ellos, no (evitando que llamen a números desconocidos o sospechosos de spam, o que pierdan el tiempo llamando a sus amigos una vez terminadas las clases). Por supuesto, es un producto muy nicho, pero hemos acabado creando un valor superior para ese nicho.
2. Mezclar conceptos que, en principio, no tienen relación entre sí: una antigua alumna de mi curso creó una guardería intergeneracional para niños dentro de residencias de ancianos en Francia. Creó este concepto en clase, a partir de uno de los ejercicios que hacemos, que consiste en encontrar espacios de valor existentes que no tengan correlación previa y considerar qué pasa si los forzamos a encajar.
Mi alumna partió de la base de que en Francia no hay suficientes plazas en las guarderías, lo que significa que miles de familias no tienen una solución para sus hijos pequeños, mientras que, por otro lado, hay dos millones y medio de personas mayores de 85 años y aún más de 65, que están jubiladas y solas.
Así que tuvo la idea de mezclar los dos conceptos de manera que se creara valor tanto para los mayores como para los jóvenes, permitiendo a los mayores interactuar unas horas al día con los niños, contándoles cuentos, etc., mientras los pequeños aprenden sobre el respeto y la empatía, y ayuda a resolver el problema del cuidado de los niños.
La empresa hoy es real y se llama “Tom & Josette” (se puede buscar en Internet), tienen todos sus centros llenos y prevén abrir 10 más este año. Es un claro ejemplo de que no es necesario reinventar la rueda para crear un enorme valor. Gran parte de la creatividad surge de tomar lo existente y repensar la manera en la que se construye.
3. Forzarse a hacer las cosas de manera diferente: se puede avanzar mucho si la gente se da cuenta de que, muchas veces, lo que está frenando su creatividad son ellos mismos, la forma en que fueron moldeados por su educación y, más en general, por el entorno en el que crecieron.
Mis clases se basan en la experiencia e intento que, al menos una vez en el curso -aunque intento que sean varias veces-, los alumnos sientan cómo su pensamiento se ve afectado por las cosas que les hago hacer de forma diferente.