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En Energía: ni Parlamento, ni Abierto, sino todo lo contrario

En el formato del parlamento hay dos posturas: a favor y en contra de algo, como si fuera fácil tomar esa postura y defenderla en exactamente 10 minutos, señala Miriam Grunstein.
vie 28 enero 2022 12:08 AM
En Energía: ni Parlamento, ni Abierto, sino todo lo contrario
La Cámara de Diputados realiza un ejercicio de parlamento abierto para discutir la reforma eléctrica impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

(Expansión) - Se supone que los representantes populares son tales para tomar decisiones por los ciudadanos. En las últimas tres reformas energéticas (Calderón 2008, Peña 2013, López Obrador, 2021) los primeros han llamado a sus representados para alimentar sus decisiones. Es correcto. Los representantes no son expertos en las materias que legislan y ahí estamos los que sabemos para llevarlos de la manita. A sus órdenes, legisladores.

Estamos dispuestos a pasar horas en el recinto de Su Soberanía, si una presentación de 10 minutos conduce a una discusión que lleve a decisiones favorables para el país. Por México, vale la pena pagar sus salarios con nuestros impuestos y encima pasar horas de encierro para capacitarlos.

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Lo que no es sano es que falten reglas transparentes sobre cómo entrar al debate y por qué motivos elijen a los ponentes. A la que escribe le han dicho que una tiene que acercarse a un partido político, o viceversa, el cual tiene que proponer al ponente propuesto o que se propone. La pregunta importante aquí es la que sigue: si una no tiene conocidos (o amigos) dentro de los partidos políticos, ¿Qué hacer para proponerse y ser propuesta? ¿O para que la propongan los que proponen para ser aceptada por otros más?

Peor aún. ¿Qué sucede con aquéllos que no albergamos simpatías por partido político alguno? … ¿O los que somos críticos de nacimiento y ni la Reforma de Peña nos parece el génesis ni vemos en la de AMLO el apocalipsis? Porque en el formato del parlamento hay dos posturas: a favor y en contra de algo, como si fuera fácil tomar esa postura y defenderla en exactamente 10 minutos.

Al inscribirse, una debe elegir alguna mesa y hacer ‘clic’ para definir una postura de uno u otro lado. Por ejemplo, para participar en el foro llamado “El Estado Como Garante de la Soberanía Energética”, hay que elegir entre el botón “a favor” o “en contra” cuando debería haber un tercero que dijera “depende.” Es decir, sólo un obnubilado podría elegir fácilmente una postura así de binaria cuando habría que ver de qué forma el Estado Garantizaría la Soberanía Energética. Más aún, cada palabra puesta en mayúsculas en sí misma podría desatar una discusión interminable. Y nadie en su sano juicio quiere eso para México.

Así podríamos extender la lista de oposiciones binarias. Estado vs. Mercado, Energías Verdes vs. Combustibles Fósiles, Electrones Limpios vs. Cochinotes (sic), CFE vs. los Particulares, Fifís vs. Chairos y así ad nauseam. En ese formato hay poca cabida para quienes se sienten incómodos entre dos muros que atrapan juicios complejos en oposiciones simples y binarias.

¿Para qué un Parlamento Abierto si los que entran ahí probablemente saldrán con el criterio idéntico al que tenían al iniciar el foro que les corresponde? Sería realmente prodigioso para los mexicanos ver que un tomador de decisión se pusiera a cuestionar seriamente su postura a raíz de una intervención; o que un ponente, al interactuar con otro, o bien con un legislador, se moviera tantito de su base. Imagínense si Manuel Bartlett, de repente, reconociera que los privados no son engendros de Satanás, sino que así los pinta porque le conviene como postura de negociación. Y en el fondo de su consciencia adivinamos que esa es su postura real.

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Por otra parte, qué lindo sería que los defensores de los mercados abriéramos tantito los ojos al despertar del sueño de que todo se resuelve con la bendita “competencia”, que las empresas privadas son invariablemente más eficientes; que nuestra mayor preocupación es la “competitividad”, el sacrosanto “desarrollo” y la inmaculada “inversión”.

Los que repetimos esa cantaleta deberíamos salir al México Profundo y preguntar a las personas de a pie si alguno de esos términos le hace el mínimo sentido. Hagámosle esa pregunta al 40% de los hogares mexicanos que vive en pobreza energética cómo se come el grandilocuente discurso del desarrollo a través de la libertad de mercado.

Si este mes en el que México se detendrá mientras simulamos “debatir” lo que realmente son convicciones repetitivas y binarias, todo esto será un ejercicio estéril y dilatorio. Lo mejor para el país sería abrirles las puertas a los escépticos, apartidistas y disidentes de toda postura inamovible.

Seguramente atizarán el fuego. Y si saben cómo son ¿para qué los invitan?

Pues, por una discusión sana y por el bien de México.

Nota del editor: Miriam Grunstein es profesora e investigadora de la Universidad ORT México y es académica asociada al Centro México de Rice University. También ha sido profesora externa del Centro de Investigación y Docencia Económicas y coordinadora del programa de Capacitación al Gobierno Federal en materia de Hidrocarburos que imparte la Universidad de Texas en Austin. Hoy es socia fundadora de Brilliant Energy Consulting y dirige el blog Energeeks. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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