A pesar de que el número de infecciones declinó rápidamente hasta alcanzar un mínimo durante el cuarto trimestre, permitiendo una mayor movilidad y reapertura de actividades, la economía continuó siendo afectada por la escasez de insumos dada la prolongada interrupción en las cadenas globales de suministros y los efectos negativos generados por la eliminación de los servicios de sub-contratación.
La economía tampoco pudo aprovechar el mayor dinamismo de la demanda externa proveniente del mercado estadounidense.
Lo anterior da evidencia de que la economía sufre no solo de pérdida de capacidad productiva, dada la anemia de inversión, sino también de las secuelas por no haber utilizado la política fiscal para mitigar los efectos de la pandemia. El aparente beneficio de no haber usado apoyos fiscales ha tenido un alto costo en mortandad empresarial y empleos y va a continuar limitando el desempeño económico en el mediano plazo.
El estimado oportuno del crecimiento del PIB en el cuarto trimestre indica que la economía reportó una caída de 0.1% con respecto al trimestre anterior cuando se contrajo 0.4%; en términos anuales el crecimiento fue de 1% en el cuarto trimestre. En todo el año el crecimiento fue de 5%, después de la contracción de 8.4% reportado en 2020.
El fuerte crecimiento del 2021 es más el resultado del efecto aritmético generado por la baja base de comparación en el 2020 y menos de un crecimiento genuino proveniente de la capacidad productiva. De ese crecimiento anual, solo 1.6 puntos porcentuales se deben a la capacidad productiva y 3.4 puntos son resultado del efecto base de comparación.