Tanto a nivel empresarial como personal es momento de evaluar qué prácticas funcionaron y cuáles no, ver qué hay que incorporar y qué hay que eliminar o reformular y así prepararnos de la mejor manera posible para fortalecer a las organizaciones y a quienes las integran. Momentos disruptivos como el que hemos vivido desde 2020 nos enseñan la importancia de no quedarse estático y buscar maneras de transformarnos ágilmente. Ahora te pregunto, ¿qué sigue?
Desde mi posición en Project Management Institute® siempre hablo sobre la importancia de enfocarse en el desarrollo de habilidades impulsoras, porque son realmente éstas las que llevan las demás habilidades a otro nivel. La empatía, la colaboración, el trabajo en equipo y la resolución de problemas de manera creativa y colaborativa se volverán esenciales porque, a medida que se automatiza más el trabajo, hay un mayor valor para quienes pueden liderar equipos de manera efectiva y pensar de forma innovadora.
Por otro lado, el crecimiento de la Economía de Proyectos, una mentalidad global en la que el trabajo se centra cada vez más en la ejecución de proyectos grandes y pequeños, anticipa que el trabajo basado en proyectos, y la necesidad de conocimientos y habilidades en este tema, seguirá aumentando en el futuro.
Este término, acuñado por PMI®, se define como “aquella en la que las personas tienen las habilidades y capacidades que necesitan para convertir las ideas en realidad”. Lo que vemos que está sucediendo con el metaverso, o la capacidad de crear y repartir vacunas en tiempo récord, son ejemplos que nos demuestran que todo es posible si se pone la estructura y los medios adecuados.
Las organizaciones entregan valor a las partes interesadas mediante la finalización exitosa de proyectos, la entrega de soluciones y la alineación con los flujos de valor. Todas estas iniciativas aportan una valía financiera y social. Por lo tanto, en la Economía de Proyectos las empresas deben fomentar y abordar los retos de este nuevo año con una mentalidad diferente, sin importar el rol de las personas dentro de la organización. Esto significa que debemos desarrollar la voluntad, habilidad y capacidad de adaptarnos a los cambios constantes y ejecutar tareas que generen importancia.
Ahora es el momento de dar más mérito al pensamiento ágil con el fin de fortalecer el negocio. La tendencia actual está en el cambio y la velocidad. Las organizaciones buscan soluciones ágiles para trabajar, lanzar nuevos proyectos o bien completarlos. He visto cómo aquellas organizaciones que adoptan un enfoque de Agilidad Organizacional (en nuestro caso usando el enfoque de Disciplined Agile) salen al mercado antes, entregan valor con mayor rapidez y logran que sus clientes estén más satisfechos.
Así que es momento de ponerte en acción para transformar tu negocio. Como líder, capacita a tu personal y tu organización en el pensamiento ágil, empieza por fomentar el cambio entre las personas, es un reto que bien vale la pena enfrentar y para ello existen certificaciones que te brindan la información y los recursos que necesitas.