Si algo nos han enseñado estos dos años de crisis sanitaria es que la economía digital y el comercio electrónico configuran un panorama hacia el que siguen volteando jugadores que previo a la pandemia no consideraban los alcances reales ni las implicaciones de las dinámicas virtuales. Tan solo hace falta observar la manera en que se contrajeron los volúmenes de comercio físico mientras que los del digital continúan al alza, incluso ahora que el distanciamiento social no es ni lejos el de 2020.
Por otro lado, al acordarse la puesta en marcha de un Mercado Digital Regional, se identificaron tres pilares para soportar la serie de acciones a emprender:
a) mejorar el acceso a la conectividad,
b) crear un entorno habilitador para promover el intercambio de bienes y servicios digitales y
c) desarrollar una economía digital que promueva el crecimiento, la productividad y el empleo.
Hablamos de aristas en las que México, Colombia, Chile y Perú -naciones que actualmente pertenecen a la AP y a las que próximamente se sumará Ecuador para potencializar la contundencia de las acciones conjuntas- tienen desafíos que necesitan trabajar en lo individual para que los esfuerzos colectivos converjan en un correcto desenvolvimiento de la Integración comercial digital de los países miembro.
Hay que destacar también la oportunidad comercial que se presenta con la consolidación y firma del Acuerdo de Libre Comercio entre Singapur (Primer Estado Asociado de la AP y uno de los países líderes en competitividad digital en Asia y en el mundo), lo que anticipa un impacto positivo con miras a una mayor diversificación del comercio en nuestra región, pues se habla de que las limitaciones fronterizas quedan rebasadas, mientras que los horizontes comerciales del espectro digital se amplían.
Y también es necesario hablar de cuán importante es que entren en juego esfuerzos de armonización regulatoria para evitar que las agendas políticas de los países miembros obstaculicen el flujo de trabajo o provoquen el surgimiento de conflictos entre los acuerdos signados y las normativas regionales que entren en vigor.
México ha asumido la presidencia pro tempore de la AP y ahora le corresponde velar por el bien común, por el respeto a lo acordado con Colombia, Chile y Perú, y será interesante observar que la agenda política de la nación no contravenga tales disposiciones, comentario que sale a colación en atención a que a lo largo de la última anualidad hemos presenciado propuestas de ley o la entrada en vigor de normativas que se hacen de lado acuerdos alcanzados con otras naciones dentro del ámbito digital.
En su calidad de presidente pro tempore, México tiene que garantizar que las negociaciones de acuerdos comerciales se destraben y que se favorezca el intercambio de buenas prácticas que contemplen tecnologías actuales, emergentes y en desarrollo.