Durante casi tres décadas, México se ha consolidado como líder global en sectores como el automotriz, aeronáutico y electrónicos, de los cuales dependen millones de empleos y familias. El sector agroindustrial también aprovechó la integración productiva, se tecnificó e incrementó tanto el valor de sus exportaciones como la cantidad de productos que exporta.
La entrada en vigor del tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) sentó las bases para que la región mantenga esta tendencia histórica de integración productiva y desarrollemos conjuntamente las industrias del futuro, además de crear las condiciones propicias para hacer juntos un frente a las disrupciones globales en las cadenas de suministro y mitigar el impacto de la pandemia.
Otros de los factores que han reafirmado la integración de México y Estados Unidos son los mecanismos de cooperación regionales como el Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) y la Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN), mediante los cuales hemos identificado acciones conjuntas que permitirán construir cadenas de suministro resilientes desde una perspectiva regional.
Si bien la apertura comercial modernizó la estructura productiva de México, aún quedan importantes desafíos para garantizar que los beneficios del comercio internacional lleguen a más empresas y más regiones. En este sentido, nuestros mecanismos de cooperación regional y las herramientas que nos brinda nuestra extensa red de tratados comerciales representan una gran oportunidad.
Como amigos, socios y aliados debemos seguir fortaleciendo nuestros mecanismos de colaboración y trabajar de manera coordinada para hacer frente a las disrupciones globales y mantener nuestra competitividad ante el mundo.
Hoy, como hace 28 años, México y Estados Unidos producimos juntos para competir globalmente.
Nota del editor: Tatiana Clouthier es secretaria de Economía. Síguela en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
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