(Expansión) - En una guerra es imposible tomar un solo dato como el más relevante de la semana. Sin duda deberían ser las vidas perdidas, los heridos y los desplazados cuya cifra se eleva minuto a minuto del conflicto armado entre Rusia y Ucrania. Además de no ser ajenos a la crisis humanitaria que se vive del otro lado del mundo, la globalización nos pasa la factura en tiempo real de los precios de los energéticos a través de los mercados financieros.
#ElDatoDeLaSemana: La soberanía energética y la guerra en Ucrania
Rusia es un país clave en el mercado energético. Sus exportaciones petroleras equivalen al 10% del petróleo que se consume en el mundo y provee el 40% del gas natural a Europa y por Ucrania pasan los principales gasoductos que surten este energético al mercado europeo.
A menos de una semana del conflicto, los precios de referencia internacional del crudo como el Brent y el WTI superaron los 100 dólares por barril. De por sí la recuperación económica mundial de la pandemia había incrementado el precio del petróleo, ahora la declaratoria de guerra por parte de Rusia fue un polvorín para los mercados y los precios de los energéticos.
El primero de marzo los 31 miembros de la Agencia Internacional de Energía ( IEA , por sus siglas en inglés) acordaron colocar 60 millones de barriles de petróleo provenientes de las reservas estratégicas de países como Estados Unidos que proveyó 30 de los 60 millones anunciados con el propósito de transmitir calma a los mercados de energía. Al emitirse el anuncio, el precio del petróleo disminuyó unos cuantos dólares.
Sin embargo, a los pocos minutos, cuando los analistas hacían la comparación de que esta medida representaba únicamente seis días de exportaciones rusas, el precio rebotó rápidamente por encima de los 100 dólares por barril.
El esfuerzo de la IEA por estabilizar el precio de un commodity que se determina con la oferta y demanda en los mercados internacionales nos da una gran idea de las limitaciones que tiene México para enfrentar la volatilidad de los energéticos, cuando nuestra producción diaria de petróleo al cierre de enero de 2022 fue de 1.6 millones de barriles diarios .
Resulta evidente que los incrementos de los precios de petróleo y gas alcanzarán a México y que las y los mexicanos necesitamos que estos temas se aborden en la agenda del Ejecutivo federal con una postura de acción para que los presupuestos de nuestras familias se vean afectados en la menor medida posible.
Esta guerra nos invita a reflexionar nuestra política energética enfocada en la soberanía energética , que sugiere ser más amplia a las gasolinas, pero no abarca los energéticos suficientes para que México se desarrolle. En México más del 70% del gas natural y gas LP que consumimos proviene del exterior. El gas natural es fundamental para la industria de la transformación y CFE genera más del 50% de la electricidad con este energético.
Por otro lado, el gas LP que importamos de Estados Unidos principalmente, es el energético de mayor uso doméstico. Así nuestra dependencia del gas en la industria y en los hogares nos hace vulnerables ante este conflicto.
Finalmente, en este contexto mundial, ¿es estratégico dejar de exportar crudo ? Las sensibilidades de ingresos y egresos de las finanzas públicas contenidas en los Criterios Generales de Política Económica 2022 emitidos por la SHCP en septiembre pasado muestran que un dólar adicional en el precio del petróleo tiene un impacto neto positivo en los ingresos petroleros en 13,588 millones de pesos o 0.05% del PIB.
Si revisamos el precio del petróleo aprobado en la Ley de Ingresos para 2022 en 55.1 dólares por barril y que el primero de marzo de 2022 ronda los 97 dólares por barril , tomando las precauciones de que la plataforma de producción no se encuentra en 1.8 millones de barriles diarios como lo planeado, podemos estimar que contaremos con importantes excedentes en los ingresos petroleros en 2022.
Es momento de repensar la política energética de México. Por un lado, permitir mayor generación de electricidad que no dependa del gas natural y, por otro, ir proponiendo un destino de estos ingresos petroleros adicionales que serán muy necesarios en la política social para contener los efectos adversos del incremento de los precios de los energéticos por la guerra en Ucrania.
Nota del editor: Adriana García es coordinadora de análisis económico en México, ¿como vamos? , que registra a detalle el crecimiento económico del país. Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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