La inversión privada necesita certidumbre jurídica para que México continúe siendo atractivo para los inversionistas y que estas inversiones generen empleos de calidad. Y, por otra parte, la inversión pública debe ser una palanca de desarrollo que provea la infraestructura y servicios públicos necesarios para que México sea un país más competitivo y pueda proporcionar bienestar social a sus habitantes.
Sin embargo, la inversión pública y privada al cierre de 2021 son insuficientes para detonar la recuperación económica. El ritmo de crecimiento de la inversión se desaceleró en el transcurso del año, por lo que es importante monitorear si la evolución de la inversión en 2022 se comporta como palanca de crecimiento o más bien como el componente explicativo del estancamiento observado en los últimos dos trimestres de 2021.
Si no se encausan los esfuerzos de los distintos órdenes de gobierno para incentivar mayor inversión privada, así como una expansión de la inversión pública como porcentaje del PIB, me parece que estaremos más cercanos del segundo escenario que del primero.
Algunos podrían argumentar que la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) es un paso significativo en el uso de los recursos públicos como palanca de crecimiento, sin embargo, la inversión sólo es un detonante de crecimiento económico y de generación de empleos de calidad cuando se destina el capital fijo de forma productiva.
Para que estas dinámicas se den y tengan efectos positivos para la población, es necesario que los recursos se canalicen a proyectos rentables y productivos, y en el caso de la inversión pública, con rentabilidad social alta. Solamente así se puede propiciar un entorno con crecimiento sostenido.
En ese sentido, un aeropuerto sí es un ejemplo del círculo virtuoso de la inversión, ya que se requieren grandes inversiones para su construcción, operación y mantenimiento, y al mismo tiempo, generan empleos (directos e indirectos) y crean nuevas oportunidades de inversión cuando estos son estratégicos y están debidamente planificados en su ubicación, conectividad, acceso y operaciones.
¿Cómo podremos determinar entonces si el AIFA es una buena inversión?
Existe por un lado la postura pragmática. La concepción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) fue como respuesta ante un problema público, el congestionamiento del Aeropuerto Internacional Benito Juárez (AICM); tras la cancelación del NAIM, el problema público permanecía, por lo que se canalizaron los esfuerzos -recursos, más bien- a la restauración y adecuación del AIFA como solución de dicho problema.