La riqueza de la película consiste en la mezcla de los elementos raciales en una sociedad entonces segregada, en el talento de estas tres mujeres trabajando en un ambiente masculino y los logros históricos de cada una.
Pero es el tercer elemento que propone el filme el que me parece más relevante de todos: Johnson logró imponerse sobre un mundo de hombres partiendo de más escepticismo que confianza, Vaughan se convirtió en supervisora del equipo que programó la primera IBM de la NASA por dedicarse, con sus compañeras al aprendizaje de Cobol, y Jackson — con tribunal judicial de por medio— se convirtió en la primera ingeniera afroamericana de la entidad.
Si nos salimos por un momento de la narrativa de la película, entendemos que al final la trama tiene un elemento esencial, mezclado de manera impecable con hechos socio históricos: la “pelea” entre el ser humano y la máquina, la intención de la segunda de reemplazar a la primera.
No es nada nuevo, en los primeros siglos del año pasado vimos el gran temor - traducido en huelgas complejas — de los trabajadores ante el miedo de ser sustituidos por la fuerza, en este caso refiriéndose más a la fuerza física que la académica.
Sin duda alguna se perdieron muchas fuentes de trabajo, parte de la denominada Gran Depresión, pero pasando apenas un par que lustros aparecieran trabajos y oficios nuevos. Algunos de estos estaban relacionados con las máquinas mismas, la mayoría de ellas hacia la creación de nuevos negocios e industrias que permitieran un mayor uso de la capacidad pensante del individuo.
Si bien las cifras de desempleo — y más las de subempleo — fueron y siguen siendo preocupantes no ocurrió la debacle anticipada; el ser humano retomó su ingenio para mejorar la calidad y la eficiencia de las mismas máquinas, por una parte, y, por la otra empezó el desarrollo de otras actividades industriales, de servicios y hasta el auge de la misma banca y el sector asegurador y provisional.
El desempleo se amortiguó, no bajo los esquemas tradicionales, sino a través de la generación de nuevos oficios y nuevas industrias.
Una discusión similar está en la mesa desde el siglo pasado, particularmente como consecuencia de la globalización, de la automatización tecnológica y, por supuesto, de la digitalización y los modelos de inteligencia artificial.
Preguntada Margaret Thatcher en un foro global frente a Bush y Gorbachev. Quien fuera ingeniera química señala con certeza que la tecnología y la ciencia son lejos de ser sustitutivas de la humanidad.
Si bien esta posición de la Dama de Hierro en los años 80 tiene más de cuatro décadas, es totalmente aplicable hoy.
La digitalización, la automatización, y la consolidación de la inteligencia artificial de ninguna manera sustituirán a la humanidad, pero sí cambiarán la manera en cómo la persona interactúa con la tecnología y requiere del desarrollo de competencias que, si bien son diferentes, se infieren de las originales.