Si la operación prevalece, el rumbo será siempre el mismo. Dado el gran dinamismo del entorno actual, el rumbo debe definirse estratégicamente, más allá de simplemente adaptarse a las circunstancias que se presentan.
Hay analogías que nos ayudan a generar esta gran visión, como las que podemos extraer de El arte de la guerra, obra cumbre del estratega militar y filósofo Sun Tzu. En un entorno integrado, complejo y dinámico, las empresas y los tomadores de decisión deben interna y externamente librar muchas y muy diversas batallas. Aun ganándolas o perdiéndolas, deberán prepararse para la proximidad y la posibilidad de una siguiente contienda.
Desde esta perspectiva, conocer el estado de los recursos humanos, financieros y tecnológicos, entre otros, se vuelve tan crítico como definir el rumbo y los objetivos: ¿hacia dónde vamos?, ¿qué queremos?, ¿qué volumen o margen de crecimiento y/o sustentabilidad? No podemos olvidar que dentro de la toma de decisión hay acciones, reacciones y consecuencias a tener en cuenta en la evaluación de la estrategia.
Por ello, es muy importante saber si la forma de competir será frontal o lateral (evitando una confrontación directa), si la postura será de defensa o ataque y cómo se llevará a cabo el avance y análisis en cada etapa. Antes debemos conocer al rival, su situación, su entorno y todo el contexto de la competencia, pero sin perder de vista conocerse a sí mismo en términos de ventajas, oportunidades y estado de recursos, entre otras cosas. ¿Qué podría llevarnos (o al rival) a la victoria o la derrota? ¿Será esta condición permanente o temporal?
Llevar a cabo un análisis táctico, estratégico y operativo es, sin duda, un paso obligado. Por fortuna, contamos con diferentes herramientas y metodologías, desde los análisis tradicionales pero vigentes –FODA, CANVAS, PESTEL— hasta la posibilidad de utilizar técnicas y herramientas más sofisticadas de modelación física o abstracta, usando, por ejemplo, modelado computacional con analítica e inteligencia artificial.
Con grandes volúmenes de datos y la capacidad, no sólo de analizarlos en su estructura, sino de correlacionarlos, ver patrones, tendencias, etc., podemos plantear y probar estrategias evaluando en todo momento cuál será el objetivo, por ejemplo, de retorno a la inversión (ROI, por sus siglas en inglés).
La búsqueda del enfoque y la agilidad son fundamentales ante una realidad compleja y hasta caótica que a veces se presenta de manera endógena y otras de manera exógena.
Es fundamental entender el horizonte de tiempo, ya que existe un proceso de desgaste y limitación de recursos. Así, podremos proyectar y medir el efecto del planteamiento de ciertos procesos, la entrada a ciertos mercados o el lanzamiento de productos, con sus respectivas causas y efectos en un marco de innovación y evolución.