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Infraestructura en el sur–sureste y su desarrollo

El avance de las grandes obras de infraestructura ha provocado que la actividad económica en la región se dinamice, señala Roberto Ballinez.
vie 24 junio 2022 05:01 AM
Construcción de la Refinería Dos Bocas
El interés por desarrollar esta región del país tiene que ir más allá de la construcción de grandes proyectos, señala Roberto Ballinez.

(Expansión) - El desarrollo, económico y social, de la región sursureste de México ha estado en la retórica gubernamental desde inicios de la presente administración federal y, para lograrlo, se han promovido proyectos de infraestructura en la zona. Según el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, la inversión en infraestructura busca detonar el desarrollo en zonas con mayor rezago social y busca propiciar la equidad entre las diversas regiones del país.

En este sentido, tres de los proyectos sexenales más grandes están en esta región: el Tren Maya, el Corredor Interoceánico y la Refinería Olmeca. Además, existen proyectos periféricos como el Programa de Conservación de Caminos Rurales, la modernización de los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz, y la construcción de una unidad de licuefacción en esta última localidad.

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Si el objetivo de esta estrategia es convertir a la región en un gran centro logístico para el hemisferio norte (particularmente para la costa este de Estados Unidos (EU), coincido en que estos proyectos de infraestructura son el punto de arranque para desarrollar el sur – sureste.

Ante un mundo que se está reorganizando, existe la gran oportunidad de atraer todo tipo de industria, que busca reubicarse ante la ruptura de las cadenas de suministro y los elevados costos por fletes marítimos provenientes de Asia.

Para esto necesitamos crear centros logísticos y parques industriales, y para eso necesitamos planificar y modernizar la conectividad que corrija las fallas de interconexión en una región históricamente rezagada. Entiendo que la apuesta del gobierno se centra en proyectos ferroviarios y que también considera la construcción, rehabilitación, ampliación y modernización de puertos y carreteras. Si eso se logra y si se le da continuidad en el tiempo, posiblemente esta región pudiera ganar competitividad.

En el caso de los trenes, espero que se le dé prioridad al transporte de carga y no al de pasajeros. Esto representa una solución logística confiable, más económica y menos contaminante que otros medios de transporte (según la Asociación Americana de Ferrocarriles, una locomotora puede arrastrar vagones cuya carga equivale a 50 camiones y consume 3.5 veces menos combustible).

En el caso de las carreteras, si bien existe una cobertura relativamente buena en la región es impostergable modernizarlas para que cumplan las especificaciones técnicas y de seguridad para soportar tráfico pesado.

Entre las carreteras licitadas para su construcción, y aquellas que ya están operando o están siendo rehabilitadas, podemos mencionar: Mitla–Tehuantepec, Acayucan–La Ventosa, Barranca Larga–Ventanilla, el Nuevo Puente la Unidad, el Puente Nichupté, Palenque–Catazajá, Tuxtla Gutiérrez–San Cristóbal de Las Casas, Acapulco–Huatulco, así como el Paquete Carretero del Sur cuyo contrato de MRO quedó en manos de CAPUFE.

Pese a todas estas inversiones en infraestructura, en mi opinión, sería deseable que la política gubernamental no deje de lado la promoción de otras industrias diferentes a los que estarían ligadas a la logística. Esto con el fin de desarrollar las raíces económicas de la región.

La idea sería crear una nueva zona de desarrollo, que detone un crecimiento económico sostenido, mejore la calidad de vida de su población y cuide el medio ambiente. Lo deseable sería que la zona no se vuelva solo una de tránsito o centro logístico.

Por esta razón debemos atender el desarrollo de sectores como la agroindustria, el cuero y textil, petroquímica y energía eléctrica. El reto es identificar la vocación industrial y productiva de la zona, dejando de pensar en sectores como la manufactura automotriz, metalurgia o aeroespacial.

Por lo tanto, las obras de infraestructura tienen sentido si somos capaces de identificar esas actividades económicas. El aporte de estas obras sería, entonces, garantizar la movilidad y lograr la conexión de las cadenas de suministro para trasladar los insumos y producir los bienes finales en esos estados de la república. Seguramente, después, podríamos ver el aumento de proyectos inmobiliarios y de servicios públicos.

El interés por desarrollar esta región del país tiene que ir más allá de la construcción de grandes proyectos. Un esfuerzo en esta dirección es la firma del Pacto Oaxaca, en agosto de 2019 entre el gobierno federal, nueve estados y el sector privado. Este pacto busca atraer inversiones que se traduzcan en mayor empleo y crecimiento del PIB regional, y busca el desarrollo rural y urbano promoviendo polos industriales y de comercio aprovechando las ventajas de conectividad que traerán estos proyectos; teniendo en mente los grandes retos sociales e incluso geográficos propios de la región.

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Los estados firmantes (Chiapas, Campeche, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán) concentran aproximadamente el 20.2% del PIB nacional y el 28.4% de la población. A casi ya tres años de su firma, esperemos ver pronto algunos resultados.

Demorado por el proceso electoral, esperamos que el tercer paquete de infraestructura anuncie la asignación de recursos para nuevos proyectos en la zona, diferentes a las obras insignia. Incluso retomando aquellos que fueron cancelados o que perdieron impulso, como la línea de transmisión Ixtepec-Yautepec y la del Istmo de Tehuantepec.

Adicionalmente, los gobiernos estatales y federal no deben dejar de trabajar en la creación de un ambiente de confianza para la inversión privada. Combatir la inseguridad y garantizar un entorno social de certidumbre son clave para la implementación de una estrategia integral. Sin duda esto detonaría el desarrollo económico de la región a mediano o largo plazo.

Para concluir, debo decir que el avance de las grandes obras de infraestructura ha provocado que la actividad económica en la región se dinamice. El movimiento de mercancías, y con ello el aforo en las carreteras de la región, muestra un mejor desempeño en relación con otros activos del país.

Hoy, el aforo y el ingreso de las carreteras del sursureste ya están por arriba de los niveles prepandémicos. No obstante, subrayo una vez más, esto es solo una parte de la estrategia.

Nota del editor: Roberto Ballinez es Director Ejecutivo Senior de Finanzas Públicas e Infraestructura de la calificadora HR Ratings. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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