Si el objetivo de esta estrategia es convertir a la región en un gran centro logístico para el hemisferio norte (particularmente para la costa este de Estados Unidos (EU), coincido en que estos proyectos de infraestructura son el punto de arranque para desarrollar el sur – sureste.
Ante un mundo que se está reorganizando, existe la gran oportunidad de atraer todo tipo de industria, que busca reubicarse ante la ruptura de las cadenas de suministro y los elevados costos por fletes marítimos provenientes de Asia.
Para esto necesitamos crear centros logísticos y parques industriales, y para eso necesitamos planificar y modernizar la conectividad que corrija las fallas de interconexión en una región históricamente rezagada. Entiendo que la apuesta del gobierno se centra en proyectos ferroviarios y que también considera la construcción, rehabilitación, ampliación y modernización de puertos y carreteras. Si eso se logra y si se le da continuidad en el tiempo, posiblemente esta región pudiera ganar competitividad.
En el caso de los trenes, espero que se le dé prioridad al transporte de carga y no al de pasajeros. Esto representa una solución logística confiable, más económica y menos contaminante que otros medios de transporte (según la Asociación Americana de Ferrocarriles, una locomotora puede arrastrar vagones cuya carga equivale a 50 camiones y consume 3.5 veces menos combustible).
En el caso de las carreteras, si bien existe una cobertura relativamente buena en la región es impostergable modernizarlas para que cumplan las especificaciones técnicas y de seguridad para soportar tráfico pesado.
Entre las carreteras licitadas para su construcción, y aquellas que ya están operando o están siendo rehabilitadas, podemos mencionar: Mitla–Tehuantepec, Acayucan–La Ventosa, Barranca Larga–Ventanilla, el Nuevo Puente la Unidad, el Puente Nichupté, Palenque–Catazajá, Tuxtla Gutiérrez–San Cristóbal de Las Casas, Acapulco–Huatulco, así como el Paquete Carretero del Sur cuyo contrato de MRO quedó en manos de CAPUFE.
Pese a todas estas inversiones en infraestructura, en mi opinión, sería deseable que la política gubernamental no deje de lado la promoción de otras industrias diferentes a los que estarían ligadas a la logística. Esto con el fin de desarrollar las raíces económicas de la región.
La idea sería crear una nueva zona de desarrollo, que detone un crecimiento económico sostenido, mejore la calidad de vida de su población y cuide el medio ambiente. Lo deseable sería que la zona no se vuelva solo una de tránsito o centro logístico.
Por esta razón debemos atender el desarrollo de sectores como la agroindustria, el cuero y textil, petroquímica y energía eléctrica. El reto es identificar la vocación industrial y productiva de la zona, dejando de pensar en sectores como la manufactura automotriz, metalurgia o aeroespacial.
Por lo tanto, las obras de infraestructura tienen sentido si somos capaces de identificar esas actividades económicas. El aporte de estas obras sería, entonces, garantizar la movilidad y lograr la conexión de las cadenas de suministro para trasladar los insumos y producir los bienes finales en esos estados de la república. Seguramente, después, podríamos ver el aumento de proyectos inmobiliarios y de servicios públicos.
El interés por desarrollar esta región del país tiene que ir más allá de la construcción de grandes proyectos. Un esfuerzo en esta dirección es la firma del Pacto Oaxaca, en agosto de 2019 entre el gobierno federal, nueve estados y el sector privado. Este pacto busca atraer inversiones que se traduzcan en mayor empleo y crecimiento del PIB regional, y busca el desarrollo rural y urbano promoviendo polos industriales y de comercio aprovechando las ventajas de conectividad que traerán estos proyectos; teniendo en mente los grandes retos sociales e incluso geográficos propios de la región.