A partir de esto se puede llevar a cabo una planeación para establecer objetivos, metas, estrategias, acciones e indicadores que abarquen los temas de sostenibilidad más relevantes.
Al ejecutar es fundamental poder dar un seguimiento a todo lo planeado, medir los avances y resultados y recopilar la información y evidencias necesarias, para posteriormente poder hacer una evaluación y, si resulta necesario, realizar los ajustes pertinentes, para finalmente comunicar todo esto en un proceso de transparencia y rendición de cuentas.
Además de ello, se debe trabajar en la conformación de una cultura organizacional, que permee estos temas de manera transversal a todas las áreas y niveles, y que a partir de códigos, lineamientos o políticas se implementen los incentivos adecuados y los mecanismos para su seguimiento y cumplimiento, incidiendo en el comportamiento de las personas, que será el reflejo de sus acciones diarias y de los procesos de toma de decisiones.
Aquí cabe destacar que además de la sensibilización de los directivos, colaboradores, proveedores, socios, clientes, etc., y de la información que se les pueda brindar en estos temas, la capacitación y el reforzamiento continuo tienen un papel fundamental para lograr una cultura organizacional socialmente responsable.
Sin todo lo anterior, la simple adopción de algunos criterios ESG se queda en un nivel básico o incipiente, y en algunos casos hasta con el riesgo de caer en el llamado “ESG-washing”, sumándose a una tendencia nada más “por encimita”, pero sin realmente comprometerse a la transformación de la organización hacia la sostenibilidad corporativa.
Esto sin duda no se logra de un día para otro, pero si con el avance diario hacia un rumbo definido que oriente y sirva de parámetro para analizar el desempeño de la organización no sólo en términos financieros, sino también desde una perspectiva de RSE o sostenibilidad.
También hay que tener en cuenta que existen diversas iniciativas, metodologías y organizaciones para la medición, evaluación e incluso ranqueo de las empresas a partir de criterios ESG, que no necesariamente son equiparables unas con otras, y que a pesar de los avances importantes que han tenido en los últimos años, aún presentan áreas de oportunidad o cuestionamientos por parte de autoridades, reguladores o inversionistas que buscan mayor certeza o confiabilidad de los datos y las evidencias que se toman de base para estos procesos.