En lo que pareció un terso transcurso entre administraciones, sucedió que erramos al dar mayor peso al equipo diplomático, encargado de las formas, y no al técnico, responsable del fondo. Si a ello aunamos que los responsables al frente de la Secretaría de Economía suelen carecer de la trayectoria y sólida preparación en materia de comercio exterior, el resultado al que llegamos era de esperarse.
En efecto, la pericia que una negociación de esta envergadura demanda no se adquiere al ganar una diputación, ni al estar al frente de alguna cartera estatal, y mucho menos, siendo ujier de algún candidato presidencial.
Para hacer eficaz el amplio espectro de acuerdos que hemos venido suscribiendo, precisamos contar con profesionales más formados en crear condiciones favorables de largo plazo que en hacer anuncios tronantes o de fugaz espectacularidad. Hace más de un siglo, en el ramo del servicio exterior se hizo lo correcto, ahí, afortunadamente, se cuenta con la noción de carrera, pero claro, hay que saber mantenerles en el margen y cauce que su especialidad marca.
Personajes que llegaron a primeras posiciones, sin pasar por elementales etapas formativas, anuncian que será por la vía de aranceles como el vecino del norte hará valer su postura. Sin embargo, es claro que no ven más allá del documento colonialista que les pasaron como bola rápida, y que sólo se estructuró para allegar agua al molino electoral de los republicanos, y de paso, quitarle lo de “Norteamérica”, región a la que, en privado, estiman no pertenecemos.
Considerando un panorama más extenso, debemos tener en cuenta que un país que sufre la ruptura o inconsistencia de las cadenas de producción, difícilmente va a emplear medidas que encarezcan o compliquen la entrada de suministros. Por ello, la idea de que la vía arancelaria será la elegida asume un entorno económico-financiero irreal.
Si a ello sumamos que la enorme inflación que enfrenta tiene su origen en una insuficiente oferta de bienes y servicios, esto es, incapaz de satisfacer la demanda, la idea de acudir a medidas arancelarias se aleja aún más.
Ello no quiere decir que las consultas propuestas carezcan de sentido. No, forman parte de un plan bien articulado para establecer posiciones dominantes, como las que el presidente no informó en su justa dimensión. A manera de ejemplo, baste decir que el hecho de que nos surtan millones de toneladas de fertilizantes, a precio subsidiado, determina que se dejen de comprar a Rusia, siendo este un rubro destacado en la relación comercial con el país invasor.