¿Cuál es el rezago en la lectoescritura? ¿Cuál es el nivel en matemáticas? ¿Cuáles son las materias que necesitarán un refuerzo? ¿En qué deberán enfocarse los docentes en el siguiente año escolar?
No sabemos y no quisieron saberlo.
Se desaprovechó que en el último mes los alumnos de todos los niveles estaban en las aulas para hacer una ‘medición’ (por no decir ‘evaluación’) para saber dónde está el sistema educativo completo. Si después de eso se decidiera ‘pase automático’, al menos habría datos sobre las comorbilidades con las que debemos convivir y, a partir de ellas salir adelante.
En el cierre de este ciclo en junio, la secretaria del ramo, Delfina Gómez, puso en el Diario Oficial de la Federación que “en todos los casos en que se asiente una calificación numérica en las libretas de estudiantes de primaria y secundaria, la misma no podrá ser inferior a 6”. Así, por decreto, la SEP liberó a los estudiantes de algo tan valioso como saber si sabe.
La intención del pase automático, lo explicó en una de sus escasas presentaciones en público la secretaria Gómez, fue para revertir la deserción escolar. Sí, suena insólito, pero parece que la única forma en que los padres deciden que un hijo regrese a las aulas es garantizarle que no habrá evaluaciones ni notas bajas, cuando han sido la crisis económica, el confinamiento sin apoyos y la falta de acceso a tecnología para clases a distancia las razones del abandono escolar.
El ciclo pasado 847,000 alumnos en el país dejaron de tomar clases: 656,000 de educación básica (-2.6% de 24.6 millones de alumnos que se registraron), 160,000 en nivel media superior (-3.1%) y 31,000 en educación superior (-0.8%).
Si consideramos que hubo 190 días hábiles de clase, cada día 4,371 alumnos abandonaron sus estudios en el país. ¿Alcanzará el ‘todos pasan’ para que ‘todos vuelvan’?