Los fraudes virtuales han tenido otro comportamiento. Al cierre de 2021, la Condusef registró un incremento importante en posibles fraudes virtuales con 24 mil 442 reclamaciones, un incremento del 52.4% frente al año anterior. Al cierre de junio de 2022 recibió 12 mil 837 reportes, lo que significa un incremento de 5.8% respecto al mismo periodo de 2021. Dos causas están relacionadas con este presunto delito: transferencias electrónicas no reconocidas y cargos vía internet no reconocidos.
A estos datos habrá que añadir algo más: la cifra negra de delitos que no se reporta y cuyas consecuencias solo son asumidas por quienes los sufren. De acuerdo con cifras proporcionadas por el Consejo Ciudadano, en Europa la cifra negra de delitos patrimoniales es del orden del 65% y en América Latina está entre 80% y 85%. Una barbaridad.
En realidad, la cifra negra es imposible de tasar pues tiene muchas caras: desde quien detecta un cargo pequeño en su cuenta bancaria pero no lo reporta hasta quien perdió sus identificaciones y aún no sabe que alguien, con su nombre, ya solicitó un crédito.
“Por ahí hay una cifra negra que está bailando pero no te la puedo cuantificar”, dice Jesús Chávez, de la Condusef.
“Muchas personas no siguen la investigación y solo comparten su información como un tema de alivio, de solidaridad para que no caigan otros. Muchas personas piensan que, dado el monto, ya no tiene caso seguir, solo 7.8% de los reportes se convierte en carpetas de investigación”, añade Salvador Guerrero Chiprés, presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México.
Se sabe que la incidencia de estos delitos preocupa a bancos y a autoridades, por la evolución y sofisticación de los ‘buitres’ que aprovechan los canales legales para hacer de las suyas, por el universo de apps que han surgido y que no son parte del sistema financiero y no es posible rastrear y hasta por el boom que podrían registrar los delitos financieros ante futuras temporadas de consumo como las fiestas patrias, el Buen Fin y la Navidad.
¿Quién debe pagar por las fechorías de los ‘buitres’? ¿Los usuarios? ¿La banca? ¿El gobierno? Nadie propiamente es culpable o, en todo caso, hay responsabilidades compartidas. Los bancos deben fortalecer sus mecanismos de seguridad, las autoridades mejorar sus estrategias de persecución del delito y nosotros detonar nuestra cultura financiera.
Algo tenemos que hacer ya. Aquí algunos consejos: consultar el Buró de Crédito; contratar el producto financiero que se ajuste a las necesidades del usuario; exigir la información relacionada con garantías, comisiones por cobrar, alertas; no dar información financiera a nadie, de tal forma que si se recibe una llamada para dar aviso de un cargo no reconocido o para actualizar la información bancaria, dar las gracias, colgar, tomar la tarjeta, voltearla y hablar directamente a la institución financiera.
“Lo más importante es que ninguna emergencia que se nos plantee o ninguna oferta extraordinaria, en general, es verdad. Todo aquello que entra por teléfono, en lo que se refiere a urgencias o supuestas situaciones de oferta, es falso en 98% de los casos”, advierte Guerrero Chiprés.
Los ‘buitres’ se aprovechan del ‘factor sorpresa’ y del miedo. Conservemos la calma. El dinero está escaso y hay una sensación de vulnerabilidad y pérdida, pero es importante tener claro, por ejemplo, que toda oferta que pretenda resolvernos en 5 minutos la vida es un fraude; ante todo lo que suene bueno, bonito y barato, lo mejor será pensarlo dos veces.