Uno, realizar un diagnóstico de nuestros puntos fuertes y debilidades para luego ajustarlos a las condiciones que nos toca vivir. Dos, ubicar las megatendencias que nos permitan construir un planteamiento a cinco años (éstas no es posible revertirlas pero deben estar insertas en el proyecto de planeación estratégica a mediano y largo plazos). Tres, detectar los cambios que vienen a alta velocidad y que son erráticos.
Así, por ejemplo, un elemento a considerar en este momento es la volatilidad que existe con el tipo de cambio o el incremento del costo del dinero de tal forma que, poniendo todo esto en la ecuación, es muy pertinente tener claros los impactos que se pueden tener con los créditos, pero sobre todo cómo esto desencadenará múltiples consecuencias: mercancía más cara, un costo de crédito más alto para los proveedores, sobreprecios en el transporte de carga…
Un sabio consejo para tiempos tan inciertos como los actuales es realizar ajustes de coyuntura pero no de estructura. En otras palabras, no cambiar equipos, evitar los cambios sustantivos de corto plazo, no perder la estrategia y, mucho menos, despedir al talento esencial. En la toma de riesgos es importante no perder de vista que, al final, este tipo de olas recesivas son temporales, finitas.
Ahora bien, en lo inmediato, el mindset de un inversionista o de quien tiene un negocio tiene que considerar el control de costos, identificar cuáles están justificados y cuáles no para negociar con proveedores y definir la mejor fórmula que permita a todos los actores de la cadena asumir el incremento de precios. Dicho lo anterior, hay que cuidar la inflación que llega por costos y por gastos.
Otra historia son los créditos. La tasa de interés está subiendo y entonces el efectivo destinado a la deuda será mayor. Por lo tanto, es muy importante tener claro que habrá que destinar más dinero solamente para pagar intereses. También, lo que ocurrirá es que los deudores se van tardar en pagar, por lo que hay que tener mucho cuidado con las cuentas por cobrar.
Ante una recesión, es necesario medir si el negocio se verá afectado por un ‘alentamiento’ del sector en el que éste se encuentra, pues no es lo mismo operar en una industria elástica que inelástica. Con ello, la telefonía será la gran ganadora de esta historia pues tiene la capacidad de trasmitir rápidamente los impactos de costos y gastos a sus clientes. Los bancos también aumentarán sus ganancias.