En el encuentro hubo varias posturas y fluctuaron entre quienes consideran que el turismo no necesita tecnología y quienes opinaron que sin ella, en pocos años podría desaparecer como actividad fundamental para el sostén y crecimiento económico de la ciudad. Si bien ambas posturas cuentan con argumentos, en este tipo de debates hay un punto de partida fundamental para que se genere un verdadero diálogo productivo: es importante alejarse de miradas personalísimas, para dar lugar a conclusiones y acciones realmente innovadoras y funcionales para la ciudad.
Por el lado de las plataformas de la rama de Traveltech, los miembros de la Asociación Latinoamericana de Internet (ALAI) buscan construir una mirada en la que se contemple cómo la reactivación de la economía y las actividades asociadas a ella están retomando su rumbo “normal” post COVID, y qué rol tuvo la tecnología durante la pandemia, así como qué rol tomará de aquí en adelante, como complemento de las actividades turísticas tradicionales.
Por ejemplo, el hecho de que con la llegada de formatos de trabajo más flexibles, miles de personas -incluidos los nómadas digitales- a nivel mundial ahora ven a la ciudad como un espacio ideal para trabajar de manera remota. En este sentido, hay una oportunidad de capitalizar y hacer crecer a la ciudad en materia turística.
También está la cuestión de la derrama económica: ese resultado final del cálculo monetario promedio de los gastos totales que hacen los visitantes a las ciudades no sólo donde se alojan, sino también donde comen, se entretienen o toman excursiones.
En este ítem, es indiscutible cómo las plataformas digitales, de la mano de la tecnología que las soporta, han transformado el turismo en México, haciéndolo más competitivo y promoviendo diversidad de beneficios a través de la economía colaborativa, donde se están integrando nuevos actores a la cadena de valor del sector turístico, en su mayoría, micro, pequeñas y medianas empresas.
Adicionalmente, las plataformas son un elemento fundamental de integración de grupos clave en la sociedad. Por ejemplo, 51% de los anfitriones son mujeres en las plataformas. De igual forma, el 10% de los anfitriones son adultos mayores. También han contribuido a la diversificación del turismo. De 2019 a 2021 se ha triplicado el porcentaje de noches reservadas en pequeñas comunidades. De hecho, hasta el 80% de las personas pasa la mayoría de su tiempo en las colonias donde se hospedan, lo que contribuye a socializar la derrama económica. Adicionalmente, en el contexto de la pandemia los anfitriones se han convertido en embajadores turísticos para promover la reactivación económica de sus localidades.
En definitiva: las plataformas ayudan al crecimiento elástico e innovador del turismo de una ciudad como lo es la Ciudad de México. Permiten crecer el alojamiento durante un fin de semana sin la necesidad de invertir en infraestructura, habilitan el hospedaje sustentable y eficiente en momentos de alta demanda como fechas de festejos populares o eventos masivos de música o deportivos de gran confluencia intensa y repentina de personas.
Por eso se debe encontrar un punto de equilibrio para que las políticas públicas regulen de manera clara y adecuada a esta tecnología, teniendo en cuenta sus aportes y la diferenciación entre las responsabilidades del anfitrión, el huésped y la plataforma.