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Entre aguinaldos, inflación y posadas: así será el cierre de año para las pymes

Al cierre de año, muchas empresas familiares no tienen una estrategia a corto plazo o incluso un plan de contingencia que se anticipe a posibles recortes o falta de liquidez, señala Guillermo Cruz.
mié 21 diciembre 2022 06:05 AM
Hacienda-pymes
Para el cierre de este año lo que más preocupa a pequeños negocios no es el recurso económico, sino la continuidad del proyecto, porque no es sencillo hacer que las nuevas generaciones se enamoren del negocio que fundaron los padres o abuelos, apunta Guillermo Cruz.

(Expansión) - A pesar del crecimiento paulatino de la economía tras dos años de pandemia, se pronostica un cierre de año complicado, la inflación se mantiene por arriba del 8%; lo que se ve reflejado en la pérdida del poder adquisitivo, menor consumo y un mermado panorama económico global.

Las pequeñas y medianas empresas llegan a diciembre con recursos limitados para sortear el pago de aguinaldos, nómina, posadas, fiestas y un largo etcétera de gastos de fin de año. Parece un escenario sumamente comprometedor para las finanzas de la compañía; sin embargo, es precisamente en este contexto adverso donde algunos negocios, como las empresas familiares, enfrentan la disyuntiva de una forma tan impecable que vale la pena analizar.

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Salir de este cúmulo de gastos no es tan sencillo y en una empresa familiar se requiere el doble esfuerzo, porque hacer negocios con allegados no es precisamente un tema donde queden de lado los sentimientos y los lazos que en ocasiones inciden en el estancamiento o hasta el cierre definitivo del proyecto.

En este cierre de año, muchas empresas familiares no tienen una estrategia a corto plazo o incluso un plan de contingencia que se anticipe a posibles recortes o falta de liquidez. Entonces, ¿por qué sobreviven a tanta adversidad y en ocasiones llegan mejor posicionadas a diciembre que otros competidores?

Comunidad al rescate

La respuesta está en su gran sentido de comunidad. Los problemas financieros en esta última etapa del año pueden ser los mismos, pero a cada empresa le pegan de forma diferente y cada industria los padece a su manera. En el caso de las empresas familiares, cualquier desafío macroeconómico puede tambalear al negocio, pero la unión y el sentido de comunidad las saca a flote.

Los grandes empresarios se cuestionan por las tasas de interés, los despidos masivos, la situación financiera, los pendientes con los bancos, acreedores, proveedores; en síntesis, buscan una estrategia idónea para sortear la adversidad y minimizar riesgos.

Contrario a eso, en las empresas familiares estos mismos temas se manejan diferente, no es que sean más sencillas, lo que sí es que al involucrar a un menor número de personas (muchas de ellas con años o hasta décadas en sus puestos, lo que las convierte en expertas en su área), las decisiones suelen tomarse y ejecutarse de forma más ágil.

Para que esas decisiones sean efectivas es clave rodearse de asesores, analistas y expertos que ayuden a perfilar soluciones reales y que acompañen a la compañía en cada paso. Adicional a esto, el apoyo de los colaboradores será clave para una ejecución impecable.

Estos apoyos no son fortuitos, se han forjado con años de solidaridad y compañerismo. Las empresas familiares han sabido mantener una cercanía entre líderes y colaboradores, esto las lleva a forjar relaciones laborales basadas en valores y esa es una gran virtud. Se trata de aliados en todas las aristas de la compañía: socios comerciales, que también son familia, proveedores, colaboradores y hasta clientes que se han convertido en amigos.

Longevidad y nuevos liderazgos

Es cierto que, en comparación con las grandes empresas, estos negocios enfrentan desigualdades en materia de innovación digital, tecnología, expansión, diversificación o conocimiento a profundidad del mercado; pero sus puntos fuertes (como el emprendimiento y la flexibilidad) las llevan a tener un promedio de vida más longevo, de 25 años en promedio; superando con creces estimaciones de las pymes convencionales de 7.8 años.

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Para el cierre de este año lo que más preocupa a estos negocios no es el recurso económico, sino la continuidad del proyecto, porque no es sencillo hacer que las nuevas generaciones se enamoren del negocio que fundaron los padres o abuelos. Sus probabilidades de éxito en la transición de una generación a otra son muy limitadas.

Pueden superar crisis económicas o sortear las desigualdades del mercado, pero no todas logran encontrar el relevo de un buen líder o consejo de administración, porque en las empresas familiares la toma de decisiones impacta no sólo a nivel profesional, sino también a nivel personal y no siempre es fácil alcanzar consenso para escoger un digno cambio generacional.

Como motor de nuestro sistema, las empresas familiares tienen en sus manos la posibilidad de capitalizar los retos de diciembre y hacer un gran cierre con miras a un 2023 más esperanzador; en sus manos tienen herramientas muy valiosas que les permitirán transformar cualquier crisis en una oportunidad. El buen camino se define desde ahora, no será sencillo, pero tampoco imposible.

Nota del editor: Guillermo Cruz es presidente y fundador de Asesores de Consejo y Alta Dirección (ACAD). Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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