Lo mismo sucede en las relaciones y vínculos que construimos en nuestros trabajos. Cuántas oportunidades hemos dejado pasar porque ante no saber si la respuesta iba a ser positiva o negativa, preferimos no levantar la mano para ese proyecto en el que queríamos participar o no hemos sido capaces de acercarnos a ese líder dentro de nuestra empresa con quien quisiéramos conversar.
Hace unos días, una colega me contó que estaba buscando la forma de hacer un cambio de carrera dentro de la compañía en la que trabaja desde hace 5 años. El área en la que tiene puestos los ojos es dirigida por una gran profesional, como ella, con la que ha tenido algunas fricciones y con la que nunca ha entablado una relación más allá de los temas en los que ambas han colaborado.
“Para mí es claro que no tengo forma de cambiarme a su equipo, ¡me odia!”. ¿En verdad la odia? ¿Sabemos si más allá de las reuniones ásperas en las que han participado, no existe admiración profesional, reconocimiento de logros u objetivos en común?
“Tienes que acercarte a ella”, le dije como consejo. “Ahora que todos estamos volviendo a nuestras oficinas físicas, al menos algunos días de la semana, acércate a ella e invítale un café”.
“¿Y si me dice que no, o peor, si le mando un mail y me deja en visto?”.
“Pues, aunque no sea la que quieres, tendrás tu respuesta”.
La incertidumbre debe ser manejada desde las relaciones y los vínculos, aceptando que el silencio también puede ser una respuesta. Pero ¿cómo hacerlo? Comparto algunos consejos que pueden ayudar:
1. Atrévete a buscar eso que quieres. El primer paso es avanzar y que el miedo al rechazo no obstaculice tu crecimiento. Claro que no es fácil recibir un no, pero mientras más trabajes en aceptarlo tanto como a un sí, estarás listo para afrontar todo tipo de retos.