El agua (ya sea tratada o no) se utiliza en casi cualquier actividad económica. La industria del vestido, el sector agropecuario, las empresas dedicadas a la producción de papel, las acereras y aquellas que construyen autos y, ciertamente, la industria de semiconductores y de baterías son tan solo unos ejemplos de industrias que usan agua en sus procesos productivos.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en nuestro país el sector agropecuario consume la mayoría del agua concesionada o administrada por las entidades federativas (alrededor del 75% del total). El agua para uso doméstico suma en promedio 15%; la industria, el comercio y los servicios consumen aproximadamente 6% y la producción de energía (sin contar la generación hidroeléctrica, solar y eólica) usa únicamente 4%.
Por otro lado, si revisamos el índice de estrés hídrico generado por el WRI, el cual mide qué porcentaje de agua disponible usa cada país (relación uso-disponibilidad), para 2022 México se encontró en el segundo lugar entre los países de América Latina, solo detrás de Chile; con un índice de 3.86 y un porcentaje de uso del 77.2%. Solo para dimensionar, el estrés hídrico se mide en una escala del 1 al 5, donde el 5 significa un uso del 100% del agua disponible.
Como es de esperarse, algunas regiones de nuestro país se encuentran bajo un estrés hídrico mayor que otras. Casi la mitad de los estados de México (15), todos ubicados en el norte y centro, cae dentro de la categoría de estrés hídrico alto. Es decir, consumen entre el 80% y el 100% de su agua disponible cada año. Entre estos estados se encuentran: Baja California Sur, Guanajuato, Aguascalientes, Querétaro, Hidalgo, Chihuahua, Zacatecas, Sonora, Estado de México, Ciudad de México, Sinaloa, Nuevo León, Morelos, Jalisco y Tamaulipas.
No obstante, el hecho de que un estado tenga un alto uso del recurso no necesariamente significa que esté utilizando altas cantidades de agua. En otras palabras, puede ser que en realidad no tenga una gran cantidad del recurso o bien tenga una inadecuada gestión, lo que resulta en la contaminación del agua y, en consecuencia, en la imposibilidad de usarla.
Si hablamos ahora de la inversión en infraestructura hidráulica, según el PEF para 2023, los recursos asignados a la Conagua serán alrededor de 68,485 millones de pesos (mdp). Una gran parte de estos se destinarán a seis grandes proyectos a nivel federal. Es justo decir que este monto supera al presupuesto aprobado en 2021 y 2022 (24,922 mdp y 33,916 mdp, respectivamente). En mi opinión, más allá de la discusión de si se ha dejado de lado algún proyecto en particular, lo importante es que se espera la inversión en proyectos que llevarán agua tanto a las ciudades como a la industria.