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La primavera de la Inteligencia Artificial

La historia nos ha demostrado que la tecnología no suplanta al ser humano, sino que lo complementa, solo necesitamos reprogramar nuestras mentes para sacarle jugo.
mié 26 abril 2023 05:59 AM
La primavera de la Inteligencia Artificial
La historia nos ha demostrado que el surgimiento de sistemas inteligentes no suplanta al ser humano, sino que lo complementa. Suma a nuestras historias, ideas y experiencias, apunta Pablo Aguirregomezcorta.

(Expansión) - No sabía que conocía tanto de las jacarandas en la Ciudad de México hasta que un amigo me preguntó por qué la primavera es mi temporada favorita del año. En verdad nunca abrí un libro de botánica, o pregunté a un experto en el tema ni busqué en Google. “¿Cómo sabes esto?”, pregunta mi amigo. “Vi artículos, vídeos, páginas y contenido que me recomiendan las redes sociales. Supongo que se lo debo a los algoritmos”, respondo.

Isaac Asimov alguna vez dijo: “No creo que el trabajo de una máquina sea hacer obsoletos a los humanos. Creo que su trabajo es liberarnos para hacer cosas más interesantes.” Y pongo el ejemplo de las jacarandas porque de no ser por esas Inteligencias Artificiales (IA) —que tienen un registro de mis gustos e intereses y saben qué contenidos serán relevantes para mí— probablemente no sabría lo que sé.

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A pesar de que con la aparición de nuevas herramientas de IA, el discurso tiende a ser pesimista, la historia nos ha demostrado que el surgimiento de sistemas inteligentes no suplanta al ser humano, sino que lo complementa. Suma a nuestras historias, ideas y experiencias.

Mary Beard nos recuerda que “lo nuevo” tiene grandes ventajas en el trabajo, incluso cuando tendemos a rechazar estos avances por la nostalgia del pasado. En su artículo Ya no hay que excavar para encontrar el pasado , la historiadora explora la relación entre los métodos tradicionales de la arqueología y la introducción de la IA en la profesión para llevar a cabo investigaciones de manera práctica y sostenible a través de representaciones virtuales.

Pero, por mucho que estas tecnologías utilicen métodos avanzados de recopilación y procesamiento de la información, hace falta un impulso —potenciado por la dopamina— que nos arroje a descubrir con ánimo y fascinación: la creatividad humana.

No es la primera vez que nos sentimos amenazados por el desarrollo tecnológico. Hace medio siglo, el gremio de telefonistas se mostró inconforme cuando el servicio telefónico comenzó su automatización, a pesar del obvio beneficio social que implicó este avance. De la misma manera los copistas del siglo XV, preocupados por la eliminación de su labor con la invención de la imprenta. No obstante, tanto los telefonistas como los copistas sintieron alivio de no tener que invertir más horas, recursos y un esfuerzo descomunal para llevar a cabo estas tareas repetitivas.

Si bien la inclusión de sistemas innovadores en el trabajo parece desvirtuar el método artesanal, como nos recuerda Asimov, la tecnología no está aquí para hacer todo el trabajo por nosotros. La colaboración entre los humanos y las máquinas juega con las diferentes fortalezas de ambos; para que cada una de estas herramientas funcione se necesita de un experto en la materia que entienda la lógica detrás del proceso y que estos sistemas devuelvan las respuestas correctas. El desafío consiste en estar abierto a probar cosas nuevas.

Los creadores, investigadores y formadores pueden utilizar la tecnología como herramienta de apoyo para impulsar nuestro desarrollo personal; basta con observar qué están haciendo los profesionales como Mary Beard, que gracias a la IA son capaces de desplegar mapas de pueblos enteros hundidos en la tierra, con sólo tocar unos botones.

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¿Qué necesitamos para sacar provecho de las inteligencias artificiales? Reprogramar nuestras mentes para:

1. Conocer las dimensiones que está alcanzando la IA a nivel global.
2. Entender la lógica bajo la que operan cada una de estas tecnologías, puesto que no todas funcionarán de la misma manera ni presentarán los mismos retos.
3. Especializarse en las IA que aporten más valor a nuestra profesión.
4. Buscar los recursos, lugares y momentos que nos permitirán ir más allá de los conceptos y métodos tradicionales.
5. Tener mentalidad emprendedora, es decir, estar abierto a transformar lo conocido en sistemas innovadores con ayuda de la tecnología, sin desvirtuar el método tradicional.
6. Eliminar esa idea de que el aprendizaje es finito; al menos con la IA, siempre habrá nuevas herramientas por explorar.

Jamás hubiera imaginado que una de mis actividades más mundanas y habituales como navegar por una red social tendría tanto peso sobre mis intereses y objetos de estudio, sin olvidar, claro, que por encima de cualquier influencia o IA se encuentra mi primitiva fascinación por las florecitas moradas que decoran la ciudad durante todo el mes de abril.

Nota del autor: Pablo Aguirregomezcorta es Director General de Practicum en Latinoamérica, donde dirige la expansión del bootcamp de tecnología más grande del mundo. Considera que, si logramos enseñar y formar a millones de personas para que puedan desempeñar este nuevo tipo de profesiones tan demandadas en el mercado laboral, el futuro de Latinoamérica será más brillante y equitativo. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión.

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